PREFACIO



Descubrí la doctrina espírita en la etapa de la veintena a la treintena de edad. Todo comenzó a raíz de recibir una carta de un espíritu familiar. Esta cambio mi vida, en el momento de su lectura, logró que la venda que portaba en los ojos cayera y con ello se replanteara mi vida de nuevo.
No dude un solo instante, de lo que decía su contenido, en mi corazón sentía que todo lo que estaba sucediendo era cierto. No me hizo falta ver nada, todo lo sabía ya, estaba en mi interior, todo estaba en mi consciencia y a partir de esa carta hizo que toda la sabiduría, todas los cosas que llevamos dentro y conocemos, salieran al exterior.

 A partir de entonces comenzaba una nueva etapa, renacía de mis cenizas para encauzar mi vida de una manera más acertada.

Aquel espíritu, con sus palabras, logró que comenzara a andar, a buscar, a querer saber más. Quería información, quería saber sobre ángeles de la guarda, espíritus protectores, el mundo invisible, ansiaba toda clase de información, buscaba y buscaba, quería aprender, conocer y con toda aquella búsqueda encontré el espiritismo entre otras grandes doctrinas que al final te hacen llegar a la conclusión que nuestra búsqueda tiene como misión encontrar a Dios.

Centrándome en la doctrina espirita, he de decir, que esta, me ayudo a cambiar interiormente, me ayudo a comprender muchas de las cosas que nos acontecen día a día. Cambió el punto de vista que tenia sobre todos mis problemas. Estos, no desaparecieron de repente, pero, si que se hicieron más pequeños. Mi manera de actuar ante las cosas era diferente y podía sobrellevarlas mejor.

El espiritismo, impulso a un nuevo yo, me hizo buscar mi lado más espiritual y darme cuenta de las muchas tareas que debemos realizar en nuestra existencia.

Me enseñó grandes cosas, entre ellas, aprendí a creer en la existencia de Dios, pero, de una forma racional, no creyendo de manera impuesta porque sí, sino, mediante hechos demostrables.
Descubrí  “la ley de evolución” (el progreso de la persona y el espíritu) que aparece en las enseñanzas espiritas y la necesidad de que exista la reencarnación, medio por el cual vamos progresando, mediante nuevas experiencias y a la vez, pagamos los errores cometidos de otras vidas.
Entendí la “ley de causa y efecto” por la cual, todas nuestras acciones tienen una repercusión en nuestra propia vida.
Descubrí la existencia e inmortalidad de los espíritus, y que podíamos comunicarnos con ellos a través de la mediumnidad.
Y por último, la creencia en la pluralidad de mundos habitados entre algunas otras cosas más.

La doctrina espirita, puso rumbo a mi vida, y mi camino por ahora lo sigo labrando día a día.

PRÓLOGO


Este libro (blog) se inicio con la misión de contar en primera persona todos los acontecimientos sucedidos durante la gestación de un bebé, pero desde el punto de vista espirita.

Para ello he remontado el principio de esta historia al momento en que el espiritismo llego a mi vida, ya que a partir de entonces todo cambió para mí y pude experimentar la gestación de una forma diferente y más plena.

La idea de anotar esta experiencia surgió a raíz de quedarme embarazada. En esos momentos de nuestra vida, deseamos información de lo que nos acontece, y por desgracia, en España,  hay escasa información en primera persona sobre este tema, desde el punto de vista espírita. Por ello, decidí llevar un seguimiento de los acontecimientos durante esta etapa tan especial de una la mujer y espero que estas líneas puedan ser útiles a otras mujeres en estado de buena esperanza.
Demostrarles que podemos percibir la espiritualidad en cada momento de nuestra vida y aun más, durante el periodo de gestación.


Antes de comenzar, dejaría constancia que la misión de todo espíritu es progresar interiormente para poder llegar a Dios lo antes posible. Para ello, no hay un tiempo fijado. Cada uno, dispone de todas la oportunidades necesarias para poder llegar a tal fin.
La manera de progresar, es por medio de las diferentes encarnaciones a las que nos sometemos, dichas encarnaciones traen consigo las diferentes experiencias y pruebas que llevaremos a cabo para ir progresando moralmente y depurándonos interiormente.

No somos conscientes de todas las tareas que nos hemos propuesto realizar antes de encarnar en una nueva experiencia de vida. Recordando lo que muchos libros nos cuentan, antes de nuestra reencarnación, planificamos la tareas / pruebas, en las que nos vamos a embarcar. Una de tantas cosas de las que se planifican en el mundo espiritual es nuestra unión con otra persona, nuestro compromiso de traer al mundo hijos, los cuales serán nuevos espíritus con la posibilidad de reencarnar y realizar nuevas tareas para su adelantamiento y progreso.

INTRODUCCIÓN. Mi cambio interior. Y la tarea de la maternidad.


Desde el punto de vista espirita, la llegada de un nuevo bebé está planificada por el mundo espiritual mucho tiempo antes de lo que nosotros pensamos.
Tras mi experiencia personal, ahora consciente de todas estas cosas, he de confesar que para traer un bebé al mundo, los espíritus tuvieron que prepararme antes para la tarea, la cual, siendo sincera, no tenía todavía asimilada para realizar en esta existencia.

Primero, tuvieron que cambiar mi vida, yo no era una mala persona pero mi vida era un poco materialista, solo me importaba mi forma exterior (la cual tenía miedo a perder). Esto era debido a un gran problema de autoestima que había tenido durante toda mi existencia y que al final, me había llevado a ser una persona un tanto egoísta y superficial en mi forma de pensar ante la posibilidad de tener hijos.

Todavía no había llegado el momento de darme cuenta de la importancia de otras cosas mayores. De experimentar el gran mundo espiritual que hay a nuestro alrededor el cual nos hace la vida mucho más bella.

De manera, que, a través de una pequeña carta recibida, con las palabras de un pequeño espíritu familiar, en un determinado momento, cambio mi perspectiva sobre el mundo y mi vida se volvió más espiritual y más llena.
Ello, me enseño a apreciar muchas cosas importantes y poco a poco, descubrir que la tarea de la maternidad requería mucha responsabilidad,  aparte de ser una tarea muy necesaria por el hecho de dar una nueva oportunidad a otros espíritus para poder reencarnar.

El ofrecer nuestro vientre para dar la oportunidad de reencarnar un espíritu, es una caridad que realizamos para otros espíritus en misión o prueba. Es una nueva oportunidad de redención para ellos y para nosotros. Y debemos dar gracias al padre por su confianza en que podamos realizar estas máximas.

Saltando el cambio que se realizó en mi persona y la evolución hacia la espiritualidad, voy a comenzar a narrar, desde el día que decidimos mi marido y yo, traer a la vida a un nuevo ser.

CAPÍTULO 1. Una nueva decisión.


Desde que mi vida cambio, sentía que debía hacer muchas cosas importantes en esta existencia.
El espiritismo me había enseñado, que analizándonos interiormente podemos descubrir muchas cosas sobre nuestro espíritu. Nuestro espíritu posee muchas virtudes pero también muchos defectos. Estos vienen enganchados a nosotros desde muchas vidas a tras e incluso hay veces que los creamos hasta en nuestras propia vidas presentes. Meditando podemos llegar a percibir porque nos suceden muchas de las cosas del día a día e incluso podemos vislumbrar  las tareas que nos hayan sido asignadas para realizar en esta encarnación.
Yo, tras mucho analizarme, poco a poco, fui descubriendo que una de las tareas que llevaba asignadas era la maternidad.

En aquella época de mi vida ya tenía veintiocho años, me consideraba a un joven para tener familia, aunque sentía, que en algún momento debía llegar el deseo de ser madre.
Mi marido era partidario de tener descendencia, pero el momento exacto todavía no estaba claro.
Por otra parte, yo, que soy una persona de muchos debates internos, llevaba tiempo pensando en el hecho de que, si una de mis tareas era la maternidad, ¿por que debía retrasarlo más? tarde o temprano, llegaría el momento indicado y tal vez, este ya estaba cercano.

De manera, que fue tras un sueño extraño, el momento en el que me fue impulsada la gran decisión.
Ya no había que esperar mas, era aquel sueño la señal de que la tarea no se debía retrasar.
A mi parecer, el mundo espiritual me dio un pequeño empujón para tomar la decisión.
Tras una noche de sueños los cuales no puedo recordar, mi última intuición sobre ellos al despertar en aquella mañana, era el deseo de amar a mi marido. Me sentía más ilusionada, más enamorada.

Desde aquel momento, todo me daba la prueba de que se envolvía en mi alma muchos deseos, de amor, pasión y sentimientos sublimes. Había algo que me envolvía y me hacia sentir mas sensible, mas enamorada del que elegí para pasar juntos esta existencia.
Envuelta en vibraciones de amor, a mi cabeza solo venia la idea de la maternidad.
En todo momento, pensaba, imaginaba, proyectaba todo lo que quería dar a ese nuevo ser espiritual.
Mi deseo cada vez era mas grande, llegando hasta ha calcular los días mas fértiles para poder ser concebida.
Pese a todo aquello, el mundo espiritual lleva sus propios cálculos.

Después de un periodo de tiempo en el cual pensaba que podía suceder cualquier cosa, espere a que sucediera algo especial, tal y como cuentan los libros espiritas.
Esperaba alguna clase de señal o indicio de que el mundo espiritual estaba realizando algo. No sabía bien que es lo que debía pasar, pero debía ser algo perceptible. Tal vez alguna clase de vibración en mi interior o un sueño premonitorio. Algún espíritu preparando el acontecimiento, ya que nada se realiza al azar en este mundo.

Normalmente, todos los proyectos de reencarnación (mediante la concepción de un bebé) son supervisados por asistentes de la espiritualidad que ayudan al espíritu a ligarse al ovulo en el momento la concepción. Nos ayudan a crear el ambiente oportuno para que las vibraciones de energía sean las apropiadas, todo está meticulosamente programado para que ese espíritu pueda ser acogido en el seno materno.
De tal manera, espere que el mundo espiritual hiciera su tarea. Que por las noches trabajara con migo para dar las cualidades oportunas a la reencarnación de mi futuro bebé.

Hasta aquel momento no era muy consciente de si por las noches sucedían cosas especiales, pero, pasado un tiempo, ya creyendo que el trabajo estaba realizado y podía estar embarazada, una noche, empecé a sentirme extraña.
Yo, en mi cama, aturdida. Medio dormida, medio despierta, lo que se diría en duerme vela. Sentí que algo sucedía. Había una especie de energía a mí alrededor.
Pero. ¡No podía ser!... ¡No podía ser! Yo ya hacia tiempo que creía que los espíritus debían haber trabajado con migo, y por lo visto no había sido así y aquel si que era el momento en que ellos estaban haciendo su labor.

CAPÍTULO 2. La tarea ya estaba realizada.


Ahora solo quedaba esperar la noticia.
Al principio no me cabía duda. Algo en mi interior me decía que estaba embarazada e incluso notaba reacciones en mi cuerpo que me hacían intuir que no estaba equivocada sobre mi buen estado.
Iba pasando el tiempo y la espera cada vez se hacía más larga, llegando e incluso a realizarme una prueba de embarazo antes de tiempo.
Era tal la seguridad que tenía en que no fallaba mi intuición, que llegue a pensar que si no estaba equivocada, aunque fuera pronto, en el test de embarazo debería salir ya la confirmación de mi buen estado.

Al contrario de lo que yo pensaba, no sucedió así.
La prueba dio negativo debido a la semana que aun faltaba hasta la primera perdida de la menstruación.
Este hecho me llevo a una gran decepción y a tener grandes dudas. Tal vez mis ilusiones estaban siendo infundadas. Y todo comenzaba a desvanecerse.

Pedí a mi guía espiritual que de alguna manera me hiciera llegar noticias sobre aquel tema, pero nada venia a mi cabeza, o por lo menos, eso pensaba yo, ya que muchas veces somos nosotros mismos los que bloqueamos los mensajes que nos mandan, no haciéndoles caso o pensando que no somos dignos de sus palabras y que todo lo que nos lleva son invenciones nuestras.

Yo, por mi parte, solo hacía que fantasear imaginando las actividades a realizar en caso de estar embarazada y las muchas cosas que quería enseñar a aquel nuevo ser en esta existencia.

CAPÍTULO 3. Las actividades de la vida cotidiana.


En aquella época de mi vida, mis actividades diarias se debatían entre mi vida espiritual, en la que ubicaba el progreso de mi espíritu y mi reforma moral. Y la vida material, en la que las actividades laborales formaban parte de ella. A esta faceta de mi vida daba menos importancia, ya que había aprendido que la vida vista desde la mira espiritual es más bella y es en la que tenemos que progresar. Es, en la que iremos sumando experiencias para nuestro avance como espíritus imperfectos que somos, para lograr un mayor entendimiento de las cosas y una mejora interior. Esta es nuestra esperanza de futuro aunque no nos demos cuenta.

Me encontraba en un periodo de aprendizaje y desenvolvimiento con respecto a la espiritualidad.

Hacía ya tiempo que me preocupaba en la búsqueda de información sobre el espiritismo, y en encontrar lugares donde aprender sobre el tema. Mi espíritu quería progresar, sentirse útil y aprender lo máximo posible.

Uno de los lugares para aprender sobre espiritismo, era un centro espirita.

Por suerte, encontré uno cerca de mi ciudad, en el cual se daban clases sobre temas como “El libro de los espíritus”, “El libro de los médiums" y “El evangelio según el espiritismo”, todos ellos escritos por el autor Allan Kardec.

Estos libros eran explicados y debatidos, y en especial, un día a la semana, se realizaban actividades para la moralización y desenvolvimiento de la mediumnida, faceta que realmente poseemos todas las personas, pero, según la evolución que tengamos estará mas desenvuelta o menos.
Un ejemplo de mediumnida seria la intuición, la cual unas personas dan más importancia que otras y si realmente hiciéramos mas caso de lo que percibimos habitualmente, nos llevaría a realizar menos fallos en nuestra vida diaria.

Continuando con las actividades que realizaba en mi vida diaria, llego un lunes, cuatro días antes de la primera falta de mi periodo.
En este día, como normalmente sucedía, realice mi jornada laboral y mas tarde me dirigí al centro espirita que frecuentaba para participar en las actividades de la semana.
Como habitualmente se había estado realzando en el grupo, se procedió a dar la lección del día y después de esta, a la realización del desenvolvimiento mediúmnico, en el cual, mediante una relajación y concentración en tareas de lo alto, todos pasábamos a centrarnos en los mensajes espirituales que llegaban a nuestra mente.

En mi, no era muy habitual el hecho de ver imágenes durante aquellas sesiones, por lo tanto, aquellos hechos acontecidos durante la clase, eran una señal de lo alto para animarme en mi camino.

CAPÍTULO 4. Visiones durante la sesión mediumnica.


Durante la relajación y concentración en la sesión mediumnica, pase a tener un vislumbramiento de imágenes salteadas y símbolos extraños.

Habitualmente, los espíritus se comunican con nosotros a través de los sentimientos, - que son el lenguaje del alma-  y el pensamiento por el cual a menudo utilizan imágenes simbólicas para hacernos entender las cosas.

La mas indicativas de todas aquella visiones obtenidas durante aquella sesión y la que me estaba avisando de mi futura maternidad, fue una, en la que vi a un pequeño bebé de más o menos un añito de edad y de muy buen aspecto, el cual se encontraba en el entorno de un cementerio muy iluminado por la luz del día y lleno de césped.
En aquel cementerio se veía una lápida de mármol blanco en el suelo, puesta como antiguamente se hacían los entierros, en un foso común.
Sin ningún miedo, el pequeño se encontraba tirado en el suelo, alegre, jugando y extendiéndose sobre aquel mármol funerario.

¡Qué visión aquella!
¡Qué extrañas resultaban aquellas imágenes!

Muchas personas, dirían que lo acontecido no significaba nada y que no tenía ninguna clase de explicación o sentido lo que había visto, pero el espiritismo nos enseña que todo, absolutamente todo tiene sentido y sucede por algún motivo (aunque al principio no lo comprendamos.)

La interpretación de lo que había visto no la tenía muy clara, pero, para mi espíritu, intuía que aquello era algo significativo y estaba relacionado con respecto al tema de la reencarnación.

Después de aquel acontecimiento, hice algunas indagaciones sobre lo sucedido y algún tiempo después descubrí que el mensaje espiritual que me habían mandado era, la confirmación de mi embarazo y el hecho de que el espíritu que venía a reencarnar a nuestra familia, era un espíritu viejo, con otras vidas anteriores y tareas ya aprendidas.

CAPÍTULO 5. El día de la prueba de embarazo.


En el año en el cual me encontraba, la tecnología ya estaba bastante avanzada y no era necesario ir a visitar a ningún médico para realizar una simple prueba de embarazo, habitualmente existían muchos métodos para confirmar el feliz estado.

Esta vez, decidí esperar a la falta del periodo antes de realizar la prueba, así que, después de dos días de retraso de la regla, en los cuales me encontraba muy nerviosa ante la posibilidad de que estuviera equivocada y llegara el periodo, no pude aguantar más. La duda pasaba a envolver mi vida. Constantemente iba al servicio para verificar si había alguna mancha o señal indicativa.
De manera que compre un test de embarazo y espere que llegara el sábado para realizar la gran prueba.

Cuando al fin llego el día esperado, mi marido y yo, nos levantamos bien temprano, ya que la inquietud no nos dejaba dormir mas.

Tome una muestra de orina y proseguimos a realizar el test.
Había que espera unos minutos, los cuales pasaban muy lentamente.
Debían empezar a colorearse rayitas rojas en aquella especie de lápiz de plástico, las cuales indicarían el feliz estado.
Y allí nos encontrábamos los dos. Esperando, nerviosos. Y solo había surgido una sola de aquellas dos rayitas necesarias para la confirmación.
El tiempo iba transcurriendo y nuestro nerviosismo aumentando.
Surgieron bromas, comentarios y de repente, comenzó, comenzó a surgir levemente la rayita de confirmación.
¡Ya! Ya era oficial. Seriamos papas de una nueva oportunidad de reencarnación de un espíritu a este mundo.

Ahora ya comenzaba la nueva tarea. Y pedí a Dios que me diera fuerza y me encaminara para mi nueva vida.

CAPÍTULO 6. La gran noticia.


Cuanta alegría nos albergaba en el corazón. Nuestra felicidad era tan grande que lo que más deseábamos era hacer participes a nuestra familia con la feliz noticia.

No tardamos mucho en comunicar a mis padres y tíos que pronto íbamos a ser uno más en el núcleo familiar.
Unos días después, también hicimos participes del gran evento a los padres y hermanos de mi marido.

La noticia ya era oficial a nivel familiar, pero no a nivel de amistades. Nuestra decisión de retrasar la noticia a algunos allegados fue a causa de un suceso ocurrido hacia menos de un mes.
Unos amigos, habían concebido un bebé, y estaban muy ilusionados por ello. A las pocas semanas de gestación tuvieron un aborto espontáneo. Perdiendo su pequeño bebé y yéndose todas las ilusiones que habían puesto en el. Fueron unos momentos duros para aquella pareja. Tanta ilusión y ese hecho tan desafortunado... ¿a saber porque razón ese niño no pudo nacer?

Yo, que confió plenamente en el mundo espiritual y en la justicia divina de Dios, se que todo tiene una causa muy justificada y si ellos no debían tener a su bebé en aquellos momentos seria por algún motivo.

El mundo espiritual nos enseña que los motivos pueden ser muy variados.
Tal vez alguna Causa / efecto de existencias pasadas, por lo cual tuvieran que pagar alguna deuda pendiente mediante esta experiencia.
El espiritismo nos enseña que hemos tenido diferentes vidas antes de la actual, en las que habremos cometido aciertos y fallos. Nosotros vamos evolucionando mediante las experiencias de diferentes encarnaciones y cuando en alguna de ella hemos realizado actos no convenientes, dichos actos los pagamos en otras reencarnaciones de distintas maneras, ya sea mediante enfermedades (que nos harían sufrir el mal que hicimos a otros), mediante diferentes pruebas o complicaciones de la viada, etc.

El motivo por el cual esta pareja había sufrido este karma era desconocido para mí.
Tal vez, tan poco fuera un karma del pasado, tal vez, ese espíritu que iba a reencarnar, en el último momento, hecho hacia tras su decisión de venir a este mundo y volvió de nuevo al mundo espiritual. O tal vez ese espíritu solo necesitaba la corta experiencia de la gestación para superar el periodo de vida pendiente que le quedaba hasta su nuevo avance hacia mundos mejores que este.

Respecto a nuestra feliz noticia, mi marido y yo tomamos la decisión de retrasarla lo máximo posible a estas personas. Nos parecía muy pronto hacer participes a esos amigos que acababan de pasar por una situación tan delicada.
Sentíamos en nuestro corazón que tal vez, nuestra alegría fuera causa de tristeza para ellos. Por lo tanto, ¿qué más daba retrasar el hecho un tiempo?
Tal vez, para cuando decidiéramos decirle la noticia, ellos ya habrían superado su situación y vuelto a concebir otro bebé.

CAPÍTULO 7. La primera visita al médico.


Al llegar el lunes decidí ir en compañía de mi madre al centro de salud para que me pudieran llevar un seguimiento del embarazo.
Íbamos perdidas en todo momento, no sabíamos a donde debíamos dirigirnos, ni quien nos tenía que visitar.
Yo, solo hacía que pedir a Dios que nos guiara y nos ayudara.
Gracias al plano espiritual primero visite al médico de cabecera, el cual me remitió a la matrona, ya que ella se encargaría de todo el proceso de mi embarazo.

Por suerte, los buenos espíritus nos ayudaron a que aquel día la matrona tuviera un hueco libre para visitarnos.
Antes de ello, pasamos por algunas zonas equivocadas. Primero, equivocándonos de consulta y yendo a parar a la zona de abortos. De manera que en el momento que me preguntaron:
¿Lo que quieres es abortar?... salimos corriendo de aquel lugar. El siguiente error fue que para informarme, llame por teléfono a planificación familiar, los cuales me dijeron que ellos no llevaban esos temas. Y por último, encontramos la consulta de la matrona, pero, entramos antes de tiempo al lugar, ya que esta estaba atendiendo a una paciente y por lo tanto salió muy enfadada a reñirnos por nuestra intrusión.
Pese a todas la pequeñas complicaciones que nos fueron surgiendo a lo largo del día, el mundo espiritual nos hecho un cable y fuimos atendidas por aquella personal.

En la consulta, la matrona me hizo algunas preguntas usuales sobre el tema, tales como
¿Cuándo había sido mi última regla? Más tarde paso a  mirar una especie de tablilla circular en la cual ponía fechas, y según las preguntas que había contestado daba la fecha aproximada de parto y en el periodo de gestación en el cual me encontraba en aquellos momentos.
Para mi gran sorpresa, comento que me encontraba de cinco semanas.
¡Qué alegría! ¡Mi bebé ya tenia cinco semanas!

La matrona, paso a mandarme analíticas y a recetarme calcio y yoduro de potasio. A partir de aquel momento debía comenzar a cuidarme más.
Después de la breve consulta nos dio diferentes fechas para volver y para realizar la primera ecografía.

Al principio yo me quede un poco decepcionada, ya que los periodos de fecha que me habían dado eran muy largos de unos a otros y hasta la próxima visita pasaría bastante tiempo. Me preocupaba el hecho de no saber nada de mi bebé, ni verle en una ecografía hasta que no estuviera de tres meses de gestación.

Decidí tomarme el tema con tranquilidad y confiar plenamente en el mundo espiritual, el cual me cuidaría y asistiría. Y confiando en Dios, nada malo podía pasarnos.

CAPÍTULO 8. La hora de dar la noticia a los amigos.



No paso mucho tiempo desde que éramos conscientes de mi nuevo estado, que mi marido y yo nos vimos obligados a tomar ciertas decisiones.

La alegría de nuestros familiares era tan grande, que la madre de mi marido comenzó a comentar con todo el mundo que estábamos esperando un bebé. Ella, no era consciente de que habíamos decidido decir la noticia a escasas personas, por lo que, este hecho, hizo que nos viéramos obligados a contar nuestro pequeño secreto, ya que el resultado de lo que ella había hecho daba lugar a que la noticia fuera extendiéndose muy rápidamente.
Temimos que nuestras amistades se enterar de la nueva buena por segundas personas y no de manera directa por nosotros. Decidimos que no podíamos retrasarlo más y que esta situación iba a comenzar a complicarse cada vez más, de tal manera que, no dudamos más sobre cuál era el momento oportuno y comenzamos a contarlo a todos nuestros conocidos. Hasta llegar a la pareja que había sufrido el aborto.
A ellos nos fue más complicado sacarles el tema, sentíamos que nuestra alegría sería motivo de tristeza para ellos y no queríamos hacerles sentir mal después de la mala experiencia que habían pasado y las ilusiones que había puesto en aquel bebé no nacido.

Nos costó anunciárselo, pero, al final, todo buen amigo tiene los mejores sentimientos guardados para su prójimo y aunque a veces podamos tener tristeza por nuestra propia situación, al final siempre prevalece el hacer el bien al resto de personas y ser feliz con la alegría de nuestro prójimo.

CAPÍTULO 9. Momentos críticos.


El tiempo fue pasando, y de repente, mi embarazo comenzó a complicarse un poco.
Comencé a tener unos pequeños manchados y leves dolores abdominales.

Al principio no di demasiada importancia a lo que sucedía pero, después de algunos días y tras haber comentado el tema con una amiga, me aconsejaron ir al médico.

Yo no estaba muy conforme con el consejo, siempre me he resistido un poco ante tener que ir a la consulta del un especialista, esperaba que aquellos síntomas desaparecieran solos. Pero, no resulto así, aun persistieron y comenzaron a preocuparnos a mi marido y a mí. De manera, que nos tuvimos que acercarme al ambulatorio de mi ciudad.

Al atendernos nos explicaron que aquello que me sucedía no era muy normal, no sabían lo que estaba aconteciendo por los que me hicieron un informe urgente para que me atendieran en el hospital. De esta manera, mi marido y yo nos desplazarnos rápidamente hacia allí, para que pudieran atenderme con mejores medios de los que disponían en el ambulatorio.

Tuvimos mucha suerte al llegar al hospital, ya que enseguida nos atendieron.
Me llevaron a una consulta y allí pase a comentarle al médico lo que me estaba sucediendo. Este paso a hacerme una exploración y una ecografía para ver el estado en el que se encontraba mi bebé.

Estaba nerviosa, todo mi cuerpo temblaba.

¿Cómo estaría mi bebé?
¿Podría verlo?

Yo, solo quería mirar la pantalla por donde se veían las imágenes de la ecografía, pero pese a mi ansiedad, nada podía ver.

Una vez hecha la exploración, me comentaron que el bebé estaba bien. Pero que tenía amenaza de aborto. Tenía que cuidarme y hacer reposo durante unas semanas y más tarde tendría que llevar el seguimiento de mi estado el tocólogo de zona de mi ciudad.

¿Qué se iba a hacer? El mundo espiritual me estaba mandando una prueba para aprender en esta existencia.

Al principio no me tome muy bien el hecho de poder perder a mí bebé.
Me puse a llorar, estaba asustada. Aunque era una cosita muy pequeña, muchos e incluso pensarían que era una simple célula sin importancia. Pero, para mí, no era así, mi razonamiento iba mas allá, no eras una simple célula, era la posibilidad de reencarnar de un espíritu ligada a ella, el cual tenía sentimientos y proyectos para su nueva existencia y por otra parte, yo ya estaba enlazada a él. Le tenía ya un gran amor e iba a hacer todo lo posible para no perderlo.
Pedí a Dios que lo protegiera y lo cuidara.

Dejando de lado aquellos malos momentos hay que recordar que dentro de toda cosa mala siempre hay algo bueno y en este caso, lo que me ilusionó y me hizo sentir contenta fue el hecho de, por primera vez, ver a mi bebé en una ecografía, esta me la mostraron al terminar la exploración ginecológica.
En ella, se veía una especie de manchita redonda, que media unos veinte coma tres milímetros y el diagnostico era bueno, aquel embrión se encontraba bien. Una buena noticia que daba esperanzas y ayudaba a tener fe en que la situación de riesgo se solucionaría.

CAPÍTULO 10. El aprendizaje de la situación.


Tras unas semanas de reposo y teniendo los cuidados constante de mi familia. Verifiqué que la situación delicada en la que me encontraba realmente era necesaria.

Era necesario que aprendiera una nueva asignatura de la vida.
Me di cuenta de los muchos fallos realizados por mí, en situaciones en las que otras personas habían estado enfermas o necesitadas de mi presencia y yo en aquellos casos había hecho oídos sordos a sus auxilios.

Ahora me daba cuenta, que debía ser más humana, humilde, amorosa y debía solucionar errores del pasado.

No hay un solo día que Dios no nos de una oportunidad nueva para pagar nuestras faltas. Y yo, ante aquella situación por la cual estaba pasando, me hice cargo de que debía avanzar un paso más en el proceso de evolución de esta encarnación.

Pese a todas las dificultades del día a día y que fue una época en la que me sentí muy deprimida, fui asistida en todo momento desde el plano material hasta el espiritual.
Sentía que algún espíritu familiar estaba velando por nosotros en casa.
Y aunque no era visto por mis ojos, de alguna manera este se hizo sentir mediante el dibujo de una cara que surgió en un cojín.

Aquel hecho fue insólito, pero, lo pudimos tener presente mi marido y yo.

Al cabo de algún tiempo, descubrimos quien había sido el espíritu que se había presentado en nuestra casa. Indagando fuimos consciente de que aquel espíritu estaba apegado a mi marido. Era su abuelo materno.

A parte de la presencia de este buen espíritu, también tuvimos el gran honor de tener la ayuda de Sacramento, un primo desencarnado de mi madre.
El también, vino a ayudarme. A darme ánimo y a decirnos con su presencia que nada malo iba a suceder.

Doy muchas gracias a Dios, por su asistencia, sus cuidados y por permitir que buenos espíritus vengan a auxiliarnos.

CAPÍTULO 11. La situación mejora.


Tras algún tiempo de reposo, tranquilidad y sosiego, los buenos resultados iban llegando.
Comencé a estar mejor, a no marcar, estar más fuerte y sana, por lo que empezó a barajarse en mi cabeza el hecho de volver a mi vida laboral.

Todo iba mejor y ahora solo estaba en mi mano el decidir el momento oportuno para incorporarme a mi jornada laboral.
Si algo me había enseñado el espiritismo, eran las leyes de causa y efecto. La ley de no robar nada a la vida o esta lo robaría más tarde a la mía.
Tenía claro que no debía aprovecharme de la situación y decidí que pasados los tres meses de peligro comenzaría de nuevo en el trabajo.

Antes de ello, estuve muy auxiliada por el mundo espiritual y por mucha gente que pedía por mi recuperación.
En casa, tuve la  presencia de varios espíritus. No supe bien cuales eran los mensajes que querían transmitirme, pero su manera de llamar mi atención era dibujando sus caras en un cojín perteneciente a mi hogar.
Uno de los rostros que apareció un día fue el de mi futura hija.
La verdad, no sabia si ella seria la que en aquel momento se encontraba en mi vientre o era otro espíritu que en el futuro reencarnaría en mi familia.
El mundo espiritual es un tanto complicado. Las perspectivas nunca llegan a ser totalmente claras. A parte, los espíritus trabajan mucho mediante símbolos, pensamientos y sentimientos. Hay que estar muy atentos a las señales que nos mandan día a día.
Gracias a Dios y a los buenos espíritus, nuestras existencias pueden resultar más llevaderas y menos complicadas. Las perspectivas de la vida pueden cambiar mucho según nuestros pensamientos y nuestra moral.
Y si nuestra moral es buena, hará que espíritus simpáticos, afines a nuestras cualidades morales se unan a nosotros y nos ayuden en nuestras luchas del día a día.

CAPÍTULO 12. La primera ecografía.


Llego el día de la primera ecografía importante.
Mi marido y yo, llevábamos tiempo esperando que llegara la fecha de los tres meses de gestación para poder ir al hospital y ver mediante una ecografía a nuestro futuro hijo.

Estábamos realmente emocionados por ir juntos a hacer esa prueba. De manera, que llegado el día señalado, nos levantamos muy temprano y nos dirigimos al hospital. Allí éramos los primeros para entrar en la consulta del tocólogo.
Y una vez dentro, tras las preguntas previas de nombre, apellidos, peso, altura... pasamos a la ecografía.

¡Qué emoción!
Allí estaba nuestro pequeño.
Era bastante grande, el mundo espiritual le había ayudado a progresar y crecer.
Estaba dormido y no se dejaba mucho de ver.
El tocólogo lo estuvo zarandeando un poco a través de mi vientre, pero ni aun así, consintió en hacer nada.
Mi marido estaba emocionado, estaba viendo a su bebé, allí, en la pantalla.

Que ser tan indefenso y cuantas cosas nos esperaban por hacer y enseñar para hacerle un buen hombre y una persona de gran provecho.
Era un gran reto y a su debido tiempo tendríamos que afrontarlo.

Todas las pruebas salieron bien y ya solo quedaba esperar hasta la siguiente ecografía para poder verlo de nuevo.

CAPÍTULO 13. De vuelta al trabajo.


Debido a la amenaza de aborto tuve que dejar de trabajar, pero conforme iba pasando el tiempo la situación iba mejorado y comencé a encontrarme más fuerte y saludable. Llevaba ya algunas semanas en reposo absoluto, cuidándome todo lo posible y siendo asistida y vigilada incondicionalmente por mis familiares.
El riesgo ya había pasado y mi salud ya estaba restablecida, por lo que vino a mi mente la  posibilidad de incorporarme de nuevo al trabajo.

Podía haber continuado sin trabajar y haber estado relajada durante el resto de tiempo de gestación, pero en mi interior sentía una gran responsabilidad ante la tarea que realizaba laboralmente, (o tal vez una gran carga de conciencia que me hacía ser demasiado responsable) Percibía que no debía aprovecharme de la situación.

Sentía en mi interior que mi conciencia me hacía pensar una y otra vez, en el hecho de volver al trabajo, recurrentemente, pensaba que en todo en lo que actuase de manera inadecuada, luego repercutirá en cosas futuras de mi vida.

Vivimos en un mundo en el que el efecto bumerán esta a la ley del día y todo lo que hacemos, bueno o malo regresa a nosotros de la misma manera. Por lo cual, tenía muy claro que haciendo las cosas bien nada malo debía ocurrirme.
Intentaba actuar de la manera más correcta posible, sin intentar aprovecharme de la situación por la que estaba pasando, ni de robar a la vida nada de lo que no me correspondiera.

Decidí que ya era el momento de volver a trabajar mientras me fuera posible y en poco tiempo comencé de nuevo mi rutina laboral.

El  primer día fue un poco duro. Hubo cansancio, malestar, agonía. Pero por el resto de cosas todo fue bien.
Mis compañeros se alegraron al verme de nuevo allí y todos los temas cotidianos de la empresa volvieron a estar al día.

En dos meses de baja laboral las cosas cambian mucho y más en mi empresa, así que a mi llegada, me encontré muchas caras nuevas y muchas anécdotas sucedidas.

CAPÍTULO 14. La esperando noticias del bebé.


La espera para tener noticias de mi bebé se hacía interminable, ya que las revisiones hechas por la seguridad social dejaban unos periodos de tiempo muy largos entre una cita y otra.
El tiempo no pasaba tan deprisa como tal vez yo esperaba. Solo tenía ganas de ver a mi bebé aunque solo fuera por medio de una pantalla donde se viera todo en blanco y negro.
El embarazo resultó un poco complicado. El mal estar y las agonías hacían que algunos momentos del día fueran más difíciles de llevar.
Todos los días tenía la esperanza de que ese fuera el último en el que me encontraría mal y dejaría de vomitar.
Suponía que eran cosas normales del embarazo, el cual hacia que tuviera las hormonas revolucionadas, los estrógenos y diferentes compuestos que hacen que el cuerpo de la mujer cambie en ese periodo.

Aun así, esperaba que mi bebé se encontrara bien y deseaba verlo lo antes posible. Por lo cual, pedí cita en una clínica privada para que me hicieran una revisión cuando llegara a los cuatro meses de gestación.

La verdad, es que, solo con el hecho de poder verle me sentía ilusionada.

A los cuatro meses, era posible que en la ecografía a realizar se viera ya el sexo del futuro pequeñín, pero ante tanta espera y tanta incertidumbre prefería no llevar ninguna idea preconcebida sobre que pasaría el día de la visita.

Si en el destino estaba escrito que deberíamos saberlo, entonces nos lo dejarían ver y si por lo contrario, aun debíamos esperar, pues, tan poco sucedería nada malo. Tal vez esta también sería una prueba para practicar la paciencia y llevar la espera con calma.

CAPÍTULO 15. Visita a la clínica privada.


Mi marido y yo fuimos muy ilusionados a la clínica del tocólogo privado.
La sala de espera estaba llena de mujeres, la mayoría  en estado de buena esperanza y nos toco estar allí sentados un largo tiempo.
Durante la espera entablamos un dialogo con algunas de las personas que allí se encontraban. Lo típico en la etapa de toda embarazada es el comentar como lleva cada una su embarazo, de que sexo será su bebé, entre otros temas más.

En aquella sala, surgió el tema de las gestaciones de gemelos. Una de las mujeres que se encontraba allí esperaba una parejita. Esto me dio a recordar el hecho de que hay veces en las cuales dos espíritus vienen a reencarnar juntos.
Este hecho se puede dar por muchas causas, ya sea por afinidad entre los espíritus o por conflictos entre ellos. Pueden estar ligados entre sí por vibraciones de cariño, armonía, amor, semejanza de sentimientos, dos espíritus que son felices al estar juntos. O por lo contrario estar unidos por bajas vibraciones de conflicto, rechazo, odio entre sí, por ser dos espíritus enemigos de otras vidas que deciden o les imponen, reencarnar juntos para solucionas sus discordias, conflictos y aprender a perdonar mediante la experiencia de la encarnación conjunta.

Teniendo en cuenta la dificultad que traen dos espíritus que reencarnan juntos y la responsabilidad que llevan ante el hecho de todas las tareas que deben realizar, no hay que olvidar, que también la madre de dichas criaturas, lleva una gran labor ante el hecho de rescatar dos espíritus a la vez. No todo el mundo está preparado para ello, ni tiene el gran coraje de responsabilizarse en el mundo espiritual llevando con ello una tarea que también le permitirá su progreso espiritual durante su etapa en su existencia material. Por lo que la tarea es igual de importante para los espíritus reencarnantes como para la madre que se ofreció a ello ya en el mundo espiritual.

Después de aquellos agradables momentos de conversación con todas aquellas personas llego el momento de entrar a la consulta. La enfermera nos hizo llamar y pasamos a la sala del médico. Este, nos atendió muy amablemente y nos hizo las preguntas, comprobó mi estado de salud y decidió mandarme otra medicación diferente a la que estaba tomando en aquel momento. Aquello, podría hacer que mi salud mejorara y también mis problemas de mal estar y vómitos.

Después del pequeño dialogo pasamos a una sala donde haría la ecografía del bebé.

Mi marido y yo, muy ilusionados, mirábamos la pantalla del monitor donde aparecía nuestro pequeño.
Nada más empezar, la primera noticia que nos dio el doctor fue que era posible que esperáramos un varón.
Aún era pronto para hacerse a la idea, por lo tanto, nos recomendó que esperáramos hasta las veinte semanas de gestación para confirmar la noticia.
De manera que aun nos quedaban tres semanas más de espera para poder saber cierto el sexo de nuestro bebé.

El doctor siguió la exploración, midió la cabecita del pequeño, sus huesecitos y todo estaba muy bien, era correcto. La salud de nuestro pequeño era buena y pese a todas las dificultades que habían surgido hasta entonces, el estaba allí, sano y creciendo sin ninguna dificultad. No hay duda que Dios lo había estado ayudando en todo momento y que los buenos espíritus le auxiliaban.

Por otro lado: ¡Qué gran ilusión! ¡Qué contentos estábamos mi marido y yo! ¡Qué alegría verle allí, en aquella pantalla!, con sus bracitos, sus manitas, moviéndose levemente... Era, nuestro pequeño. El milagro de Dios que más feliz puede hacer a toda persona.

CAPÍTULO 16. La maternidad.


Qué etapa más bonita de la vida. La maternidad es algo grande. Pese a algunos momentos de malestar, siempre justificados porque la justicia divina siempre tiene sus motivos para ello, aunque nosotros no los comprendamos.

Nos encontramos todavía en un mundo muy material, y nos toca pasar por todas la dificultades que ello conlleva, de hecho, al plañera tierra lo nombran muchas veces como mundo de expiación y prueba. Todavía no nos ha tocado vivir en otros mundos (como por ejemplo el de regeneración). Otros mundos, donde prevalezca más el espíritu que la carne y donde el progreso es tan elevado que las formas de reencarnar son distintas a las de aquí.


Esta etapa de mi vida, debía de ser muy importante y así me lo quisieron hacer ver algunas personas, diciéndome que aprovechara el momento, que disfrutara del embarazo. Cosa que también recomendaba yo misma a otras futuras mamas.

Respecto a mi vida laboral, esta resulto un tanto difícil en algunos momentos, pero dejando esta faceta de mi vida a parte, tenía de reconocer que mi vida espiritual estaba cambiando. Estaba mejorando muy gratamente.
El mundo espiritual me estaba ayudando muchísimo. Y era muy consciente de ello.

Por otro lado, yo continuaba mis clases de espiritismo y desenvolvimiento mediúmnico.
Mis grandes deseos de aprender y progresar, me llevaron a dejar el centro espirita que frecuentaba para unirme a un grupo de estudio, el cual me permitió dar más pasos en mi búsqueda de la verdad y progreso.

Aquel grupo, era frecuentado por un médium que iba guiando los pasos de todas las personas que se reunían para dialogar y estudiar sobre espiritismo en una casa donde se realizaban las reuniones espiritas.
Este médium (junto otros más que iban a su vez desenvolviéndose) comunicaba a cada persona del grupo iba comentando la mediumnidad mas aflorada que tenía. Todas las personas tienen mediumnidad, solo que en algunas esta está más desenvuelta. Todos somos medios por los que los espíritus pueden interactuar con nosotros. No somos conscientes de ello, pero los espíritus forman más parte de nuestra vida de lo que pensamos. En todo momento estamos influenciados por pensamientos, sentimientos, actitudes de otros desencarnados que se ligan a nosotros por vibraciones similares.

Si tenemos sentimientos buenos, emitimos vibraciones buenas y estas atraen espíritus similares a esos pensamientos, sentimientos, a esa vibración de bien estar.
De igual manera, las vibraciones negativas, los momentos en los que nos sentimos mal, abatidos, enfadados o cualquier otro sentimiento  similar atraerán a espíritus de igual carácter. Por lo tanto siempre atraemos a las cosas según el estado en el cual nos encontremos.

Hay muchas clases de mediumnidades. Hay personas que tienen mucha intuición, otras que pueden sentir la energía, ser médiums sensitivos o impresionables.
Médiums auditivos, parlantes, videntes, sonámbulos, curanderos. El abanico de posibilidades es muy amplio.

Para conseguir poder desenvolver estas mediumnidades la persona tiene que trabajarse mucho, mejorar moralmente y hacerse digno de ser un buen trabajador de Dios. El progreso espiritual, moral y la pureza de corazón, harán que las entidades que se acerquen a nosotros sean de una jerarquía superior y no de un bajo astral. De manera que mejorándonos interiormente siempre estaremos a salvo ante cualquier manipulación de un espíritu inferior.

En aquellos momentos, parecía ser que la videncia por medio de imágenes simbólicas, empezaba a aparecer en mi vida.
No sabía muy bien cuál sería el motivo, ni la responsabilidad que ello acarrearía, pero allí, en el grupo de estudios en el que me encontraba, me pronosticaban que más adelante me daría cuenta de otras cosas que tenían que venir, al igual que el hecho de que el bebé que iba a traer al mundo era muy especial. Un espíritu con tareas definidas. Y ello traería muchas pruebas a mi vida.

CAPITULO 17. El mensaje.


Mi asistencia a las reuniones de espiritismo, seguían en pie cada semana. En una de aquellas clases, tuve el gran regalo de lo alto, en el cual, Dios, permitió al espíritu de mí bebé mandarme un mensaje, y este decía así:

“Gracias por quererme tanto y acogerme en tu vientre”

¡Oh! Cuanta felicidad, cuantas gracias que dar al padre por aquella pequeña frase.
Que regalo más grande.
Y por otro lado, nosotros, deberíamos hacerle recordar a ese espíritu en proceso de reencarnación que:

“Gracias a él. Gracias por habernos elegido a mi marido y a mí para venir a nuestra familia. Gracias por pensar que su estancia con nosotros le será útil. Y a parte, nosotros haremos todo lo posible para que pueda pasar de la mejor manera las pruebas que ha venido a realizar.”

CAPITULO 18. Momentos delicados.


He de confesar que durante la gestación del futuro bebé hubo momentos de muchas clases. Momentos de euforia, amor, felicidad, momentos de inquietud, duda, decaimiento y tristeza. A decir verdad, yo no era, ni soy, un espíritu perfecto y por ello habían muchas imperfecciones y sigue habiendo, en mi ser. Estas a veces hacen que progresemos, como también que retrocedamos en nuestro camino evolutivo.

Durante el periodo de espera hasta la siguiente ecografía sucedió una anécdota que por unos días afecto  a mi relación con el bebé.
Esta anécdota fue una tontería, pero, ya se sabe que durante la gestación las mujeres están mucho más sensibles de lo normal y les afectan más las cosas.
Relatando el hecho, he de decir que, esto sucedió un día en el que me inspire a pintar un lienzo para la habitación del bebé. Me encantaba pintar y en algunos ratos dedicaba mi tiempo a ello.

Durante la tarde en que emplee un tiempo para la mezcla de diferentes colores, plasmándolos en aquella tela, todo fue perfecto. Hasta que llego en momento de finalizar. Al terminar el lienzo, sobro pintura y como yo era una persona a la cual le gustaba aprovechar todo y no tirar ningún resto de pintura, me dije a mi misma:

“Que pena de pintura, voy a tener que tirar la. Pues, estoy pensando que no. Voy a aprovecharla para pintar por encima y cambiar un lienzo que no me gusta demasiado.”

Aquel lienzo el cual iba a estropear era uno que había dibujado en el periodo en el cual tuve la amenaza de aborto, en el, aparecía un niño sentado mirando al suelo.
Como hacía tiempo que había decidido no colgar dicho cuadro, no retuve ningún impulso de cambiarlo y pinte sobre el pensando que aquello no tenía mucha importancia. Que podía hacer lo que quisiera con él.

Esto, quedo así, como anécdota, pero al día siguiente llego la sorpresa.
Al ir al comedor  de mi casa, me di cuenta, que en el sofá se había impreso una silueta de un rosto.
Decidí dibujarla en un papel para percibir mejor lo que allí se veía y al hacerlo, me di cuenta que aquella cara podía ser la de mi futuro hijo.

En el rosto, se marcaban de una manera exagerada sus ojos, su mirada y en ella se percibía que era una mirada de enfado.

Fui haciendo indagaciones sobre aquel hecho y al cabo del tiempo descubrí que aquel espíritu que se había plasmado de esa manera en el sofá para llamar mi atención, en realizad estaba muy enfadado. El motivo, era que él me había inspirado para realizar el cuadro del niño sentado y tras yo haber destrozado el lienzo posteriormente, el se había disgustado.

Este simple hecho me llevo a decepcionarme y a quedar un poco decaída.
¡El espíritu de mi bebé enfadado!
¿Qué podía hacer yo?
Decidí rehacer el lienzo con su antiguo dibujo, pero aun así, me sentía decepcionada con aquella situación. A mi mente venían muchas cosas.
¿Cómo un espíritu elevado como él podía enfadarse por aquel simple hecho?

Como ya he dicho, las gestantes nos encontramos muy sensibles ante cualquier situación y a mí, aquella, me desanimó y desilusionó.

Decidí pedir ayuda a Dios para que este estado psíquico en el que me encontraba cambiara. Como dice el “Evangelio: Pedid y se os dará” si pedimos ayuda al padre con mucha fe, este, nos concede lo necesario para poder pasar cualquier situación. Así que, pedí, pedí a Dios que me ayudara ante aquella situación absurda e inusual.
Pedía que aquello no afectara a mi relación con el bebé. Que siguieran forjándose lazos de cariño entre nosotros.

Poco a poco, este relato se fue solucionando y quedando como una anécdota. Siguieron los preparativos para la llegada de este pequeño ser al cual había que colmar de cariño y bien estar.

CAPITULO 19. La confirmación del sexo.


Llego el momento de las veinte semanas de gestación. En esta etapa del embarazo, en el Hospital de la Seguridad Social te realiza una ecografía en la cual verifican el buen estado del feto, confirmando que todos los huesecitos y órganos están bien formados.

En aquel día, mi madre me acompaño a la consulta del tocólogo del Hospital donde fuimos muy bien atendidas. La ecografía fue emocionante. Ver de nuevo al pequeño ser que crecía en mi interior, estaba allí, en aquella pantalla en la cual todo se veía en blanco y negro. Ya había crecido, estaba más grande. Y como siempre, no se movía casi.
Todas las pruebas salieron perfectas. Y llego el gran momento. Hicimos la gran pregunta:
¿Se podía saber el sexo del bebé?
La respuesta fue afirmativa. Claro que sí. Era un varón. El médico estaba seguro de ello y nos lo confirmo varias veces.
La alegría fue muy grande, aunque en el fondo no importara lo que fuese. De esta manera se confirmo la visión que tuve durante una práctica mediumnica en la que veía a un pequeño bebé en un cementerio, en ella se preveía que lo que iba a reencarnar iba a venir con la prueba de ser un varón.

Continuando con las experiencias de aquel día, la confirmación del sexo dio mucha alegría a mi marido, quien tenía previsto las actividades a realizar con él, los deportes, alicientes que inculcarle y demás tareas.

Aun así, debemos recordar que como espíritus, somos libres de realizar las actividades que deseemos, que cada uno, viene a este mundo con una misión definida y mi marido y yo, por mucho que quisiéramos lo mejor para el, al final el seria quien decidiría.

CAPÍTULO 20. Dejar el trabajo.


Mi vida laboral me resulto un tanto pesada. Conforme avanzaba el embarazo la situación se iba volviendo más insoportable.
Mi estado de salud era un tanto endeble, me encontraba prácticamente siempre agotada, sufría algún mareo que otro y las nauseas continuaban como en el primer día.
En mi puesto de trabajo la situación aun era peor. Muchas veces el sueño me invadía y no podía hacer nada al respecto. A parte, psicológicamente me encontraba extraña. En el terreno laboral me sentía frustrada. Lo cual era algo que llevaba acarreando desde hacia tiempo.
No me sentía realizada con la tarea que desempeñaba y en aquella época especial de gestación los sentimientos y actitudes antes las cosas tenían mayor repercusión emocional. Por lo que afectó a mí ser, haciendo, que cada día resultara más difícil el ir a trabajar. Yo misma me ponía enferma solo de pensar en el hecho.

No sabía cuánto tiempo iba a  aguantar así. Tenía pensado, por lo menos trabajar hasta los siete meses de gestación pero al final no pudo ser.

Uno de los días en los cuales estaba trabajando como habitualmente, comencé a sentirme mal. Respiraba con dificultad, me mareaba. Al final, tuvieron que llevarme al médico. Este, en un principio, diagnostico que era causa de un posible virus, por lo que me dio un periodo de descanso de un par de días. Pero, al tiempo los síntomas comenzaron a resurgir de nuevo, por lo que volví a visitar a médico el cual concluyo que todo aquello era síntoma de anemia, junto a un cuadro de ansiedad. Yo, no era consciente de que algo me estuviera causando un problema de ansiedad, de manera, que, me explicaron que en el embarazo podrían darse muchos síntomas distintos, en mi caso, yo era una persona nerviosa habitualmente y en el estado en el que me encontraba ese nerviosismo me repercutía negativamente.
Decidieron darme la baja laboral y a raíz de eso, comencé a relajarme y mi estado de salud empezó a mejorar.

Con todos estos hechos acontecidos, podemos llegar a la conclusión de que hay veces en las cuales somos nosotros mismos los culpables del mal estado en el que nos encontramos. Nos creamos nuestras propias enfermedades. Nuestra mente actúa inconscientemente y terminamos enfermando debido a nuestros propios pensamientos negativos. En mi caso, mi subconsciente estaba haciendo todo lo posible para dejar de afrontar una situación que no deseaba, en este caso, mi conflicto con el trabajo y mi sentimiento de no ser útil con la tarea que desempeñaba.

CAPÍTULO 21. Momentos de agradecimiento.


Durante todo el periodo de embarazo estuve muy bien asistida desde el punto de vista material y espiritual. Tenía a muchos espíritus encarnados y desencarnados auxiliándome en los buenos y malos momentos. Aun así, he de decir que hay veces en las cuales somos nosotros mismos los culpables del mal estado en el que nos encontramos.


Pese a todo ello, tuve el gran regalo de que me llegaron muchos mensajes del mundo espiritual que me daban aliento. Muchos espíritus me animaban y me decían lo orgullosos que estaban de mí y lo mucho que me querían. E incluso tuve el gran regalo de que el espíritu de mi futuro hijo me mandara mensajes que me hacían sentir muy emocionada y feliz por su venida a nuestro hogar.

Cuantas gracias he de dar a Dios por estos hechos. Es un privilegio el estar también asistida espiritualmente y es de mucho agradecer el hecho de que algunos espíritus tengas el permiso de lo alto para poderse comunicar con nosotros. Para mí, todos los mensajes recibidos fueron guardados como un tesoro en el fondo de mi corazón.

CAPÍTULO 22. Los sueños.


Los sueños son algo cotidiano en todas las personas. Para nuestro cuerpo material, el sueño es muy importante ya que este hace que nuestro cuerpo descanse y reponga energías.

Para nuestro espíritu, el sueño es el momento en el cual puede desprenderse de su materia, los lazos que le unen a él se aflojan y entonces puede recorre el espacio y entrar en relación más directa con otros Espíritus. Al poder comunicarnos con otros espíritus, estos nos pueden esclarecer sobre temas cotidianos, sobre las pruebas por las cuales estamos pasando o están por venir.

Los sueños nos pueden ayudar, nos pueden prevenir de hechos que van a acontecer. Pueden beneficiarnos de muchas maneras, al igual que pueden atormentarnos, ya que a través de ellos también podemos encontrarnos con entidades del bajo astral que estén ligadas a nosotros ya sea por errores cometidos en el pasado o deudas pendientes con otro.

Dejando a un lado lo referente a espíritus que puedan atormentarnos por nuestro pasado, lo cual no es un hecho que acontezca a menudo ya que para ello estos espíritus deberían tener permiso de lo Dios y este, normalmente mediante su justicia divinas siempre hace lo correcto y lo que más nos convenga ya sea auxiliándonos mediante espíritus que velen por nosotros o ya sea dejando que pasemos pruebas o experiencias que nos sirvan de aprendizaje.

Centrándonos simplemente  en los sueños que sean para ayudarnos he de decir que estos al despertar los podemos recordar como algunas imágenes que creemos que no tienen sentido, estas suelen ser simbólicas, ya que no recordamos las cosas tal y como acontecen sino, que volvemos de las experiencia espiritual con un vago recuerdo.

Con referencia a los sueños, he de decir que durante mi periodo de gestación también me auxiliaron los buenos espíritus mediante ellos. Tuve muchos sueños en los que veía a mi futuro bebé en mis brazos.

Hubo varios sueños que me prepararon o avisaron sobre acontecimientos que sucederían. Entre ellos el aviso de que durante el periodo de expulsión de feto tendría alguna complicación. En ese sueño no se veía exactamente lo que pasaría durante el parto, pero el recuerdo que se quedo en mi interior fue la conversación que mantuve con dos espíritus en una habitación de un hospital.

Estos me hicieron entre ver que algo pasaría. También, fui avisada mediante un sueño en el que vi que nada más nacer mi hijo me pondrían este al pecho y este enseguida amamantaría, de esta manera me hicieron saber que podría amantar a mi hijo sin ninguna dificultad. Lo cual resulto cierto ya que pude dar lactancia materna a mi hijo durante más de nueve meses y con un resultado satisfactorio ya que mi bebé tuvo un desarrollo muy bueno.

CAPÍTULO 23. Las primeras compras para el bebé.


Al poco tiempo de saber el sexo del pequeño bebé que vendría a mi hogar, mi madre nos hizo el primer regalo para él.
Nos fuimos juntas a una tienda de ropa infantil y allí compramos sus primeras prendas.
El primer conjuntito para cuando saliera del hospital. Su primer arrullo. Alguna camisetita interior.
Fue emocionante, imagine a mi pequeño con aquella ropita y me sensibilice con el hecho al instante.

Pasado algún tiempo, comenzamos a mira tiendas para comprar su futura cuna, habitación y demás enseres.
Todavía no había cumplido los seis meses de gestación y ya más o menos estaban pedidas casi todas las cosas que necesitaríamos para la llegada del bebé a casa. He de admitir, que el simple hecho de ver su cuna me hacia imaginar cómo sería mi futuro junto a él.
Deseaba ya ver su carita y tenerlo en mis brazos.
Me parecía que la espera hasta su llegada era muy larga. Y en el  periodo en el que me encontraba, hasta la próxima ecografía donde vería parte de él aun se haría de esperar, faltaba más de un mes para ello.

CAPÍTULO 24. Visita a la matrona.


Todos los meses, tenía consulta con la matrona. Esta llevaba un seguimiento del embarazo más exhaustivo. A los cinco meses de gestación, aparte de pesarme y tomarme la tensión, como hacían habitualmente, pasaron a comprobar las dimensiones de mi abdomen, el cual en aquella época ya comenzaba a ser algo eminente. Posteriormente, se dispusieron a oír por primera vez el latido del corazón del bebé. Lo cual me hacía muchísima ilusión, ya que era como un nuevo contacto con el y una forma de ser consciente del pequeño ser que me acompañaba allá donde me dirigiera.

Mediante una especie de aparato con altavoz, escucharon el bombeo constante que daba la confirmación de que el pequeño se encontraba en perfectas condiciones de salud.
Qué alegría el oír como su corazón latía a toda velocidad. Es algo maravilloso el sentir esa pequeña vida creciendo en tu interior.

Las visitas a la consulta de la matrona solían ser breves y la mayoría de veces me hacían sentir frustrada por poner demasiadas esperanzas en el día de la cita, para tener un mayor contacto con mi bebé y luego llegar el momento de la visita y esta pasar demasiado rápidamente.
Desgraciadamente en la seguridad social, que era la que estaba llevando mi caso, no dispone de tiempos prolongados para poder atender con mayor detalle. O por lo menos eso fue lo que yo experimenté. Añoraba el que me informaran un poco más y me explicaran todo lo que acontecía en mi cuerpo.

Afortunadamente, no en todos los lugares atienden de la misma manera y tuve la suerte de que por aquella época me comentaran que en poco tiempo podría comenzar a hacer la gimnasia y clases de preparación al parto.

Aquello, me motivo mucho. Llevaba tiempo esperando ansiosa que llegara la fecha de comienzo de estos cursillos de preparación al parto. Y por suerte, ese curso lo impartía una matrona muy involucrada en su tarea.
Tenía muchas ganas de asistir a aquellas clases. Conocer a otras futuras mamas como yo y aprender muchas cosas.

CAPÍTULO 25. El cursillo de preparación al parto.


Al fin, el día tan esperado había llegado. Me desplace al centro de salud donde se impartían las clases y allí fueron apuntando a todas las mamas que se presentaban para recibir el cursillo.
La primera clase que realizaron fue para informarnos de las actividades que íbamos a realizar. Todas eran interesantes por lo que, a cualquier mujer le recomendaría que realizara estas clases si tiene tiempo para ello. Con ellas, te sientes mejor, estas más informada sobre lo que le va sucediendo a tu cuerpo y te hace enfocar el embarazo y la maternidad como una importante etapa de la vida de una mujer.

Posteriormente nos pusieron un video informativo sobre el proceso de gestación. Una vez finalizado este, pasaron a realizar la gimnasia que nos ayudaría a padecer menos dolores de espalda, articulaciones y demás molestias causadas por el embarazo.

Durante aquellos instantes en los cuales realizamos los ejercicios que nos iban indicando la matrona, percibí que en aquella clase había un gran nivel de energía. Mi cabeza captaba todo aquel fluido que daba tan buen ambiente y mucho bien estar.

En aquellos momentos, vino a mi mente el pensamiento de que debería haber allí espíritus dedicados a aquella tarea, ayudando al bien estar de las gestantes.
En todas partes hay espíritus involucrados en diferentes tareas de ayuda y por lo tanto, allí no iba a ser distinto.

Una vez terminados los ejercicios, la matrona paso a explicarnos las diferentes clases de respiración que se podría realizar para ayudarnos a tranquilizarnos, y a que  en la hora  del parto los dolores pudieran ser más leves.
Y terminada la pequeña explicación, paso  a realizar una relajación para todas las mamas que nos encontrábamos allí.

Era una relajación muy especial. Hecha con mucho cariño y asistida por espíritus afines a la tarea desenvuelta allí. La energía seguía constante y envolviéndonos.
Por mi parte, a mi parecer, yo me cargue demasiado de dicha energía ya que una vez terminada la clase sentía un intenso dolor de cabeza. Tal vez me esforcé demasiado en percibir lo que allí sucedía y percibí demasiadas cosas.
Pese a ello, esperaba deseosa que llegara la próxima semana para poder asistir a una nueva clase.

CAPÍTULO 26. Los sentimientos de una gestante.


Las mujeres, cuando se encuentran en el proceso de gestación, pueden actuar psicológicamente de diferentes maneras ya sea de forma alegre, confusa, malhumorada, cualquier tipo de reacción en este periodo de vida puede ser debido a diferentes causas ya bien por el aumento de hormonas que pueden dar estados de ánimo aleatorios o también es posible que la forma de actuar este relacionada con los sentimientos y vibraciones que ejerce el espíritu reencarnante vinculado con nosotros.

Cuando se produce la concepción de un bebé, la madre y el futuro hijo quedan ligados espiritualmente desde el momento en que el ovulo es fecundado. Por esta razón, comparten una vibración que los relaciona a toda hora, de manera pueden sentir el estado de ánimo de cada uno en todo momento. Muchas veces se puede pensar que algo de lo que nos acontece es causado por nuestra propia voluntad y no ser así realmente. Puede ser un reflejo del carácter del espíritu que nos acompaña. Esto no quiere decir que nosotros mismos no actuemos voluntariamente en  la mayoría de las ocasiones, sino, que en algunas ocasiones las cualidades del espíritu reencarnante pueden hacernos actuar ya sea de manera correcta o incorrecta, según la moralidad del espíritu, sin nosotros percibir que las ideas que nos llegan no son nuestras.

En mi caso, la vibración del espíritu de mi bebé era una vibración de mucho amor y sentimientos sublimes. Me hacía sentir enamorada, emocionada. Dio lugar a sacar de mi interior todo lo bello que puede tener cualquier espíritu. Me hacía sentir tan bien, que este hecho me ayudaba a progresar día a día espiritualmente. La experiencia de la maternidad daba más sentido a mi vida y me preparaba para poder entender la gran labor que hacen todas las madres. A dar amor sin esperar nada a cambio. Una ley de caridad que hacemos todos los padres y que debemos devolver de la misma manera como hijos. Es un hecho que abarca a todos los seres y del cual debemos estar concienciados.

De igual manera que durante la gestación la madre e hijo están ligados espiritualmente, después del embarazo y una veces dado a luz al pequeño bebé, estos siguen ligados espiritualmente durante un tiempo. Por lo que la madre en algunas ocasiones puede percibir las energías que lanzan otras personas hacia su bebé. O por lo menos eso fue lo que yo pude experimentar. Cuando alguien mandaba amor a mi pequeño, yo experimentaba aquella energía en mi propio ser. Sentía en mi cabeza lo que el bebé estaba recibiendo.

Todo esto, nos lleva a la conclusión de lo importante que es la energía, vibración que nos rodea y lo mucho que actúa en nuestra vida, al igual que en la del resto de las personas, haciendo que nuestros sentimientos, sensaciones y demás estados de ánimo, puedan funcionar de forma positiva o negativa.

CAPÍTULO 27. Nuevas clases y más gimnasia.


Las clases de preparación al parto se realizaban un día a la semana. Y durante el breve periodo de tiempo de un mes. Estas clases resultaban muy lucrativas e interesantes, enseñaban a las gestantes y daban mucha información sobre el embarazo. E incluso, hubo un día dedicado a enseñar también a los futuros papas a dar masajes a los bebés, lo cual ayudaría a la hora de relajarlos y ayudarlos cuando pudieran sufrir los cólicos de lactancia.

La práctica de aquellos masajes se realizo por medio de una muñeca que hacía figurar lo que en un futuro sería el bebé. Todos los padres allí presentes aprovecharon lo máximo posible aquellas instrucciones dadas por la matrona que impartía las charlas. Practicaron con la pequeña muñeca los diferentes masajes de abdomen y como estos actuarían a la hora de que el  pequeño tuviera alguna clase de mal estar.

De hecho, aquellas pequeñas instrucciones fueron muy útiles cuando el bebé llego a casa, debido a que, durante un mes todas las noches padeció de dolores abdominales que gracias a Dios, la mayoría de las veces eran calmados por su padre.

Todo lo que pudimos aprender antes de la llegada de nuestro pequeño bebé fue muy útil, como así resulto. Por ello, además de todas aquellas actividades, mi marido y yo asistimos a algunas otras charlas mas, para poder aprender lo máximo posible sobre el nuevo tema que iba a cambiar nuestra vida.

Con respecto a mi estado físico y salud, en aquella época me encontraba un poco desmejorada. Iban surgiendo algunos dolores. Mis piernas se resentían, no me dejaban realizar algunos ejercicios de gimnasia, tuve algún problema de ciática y continuaba teniendo anemia.

Pese a todo ello, tenía un gran consuelo proveniente del mundo espiritual, buenos espíritus continuaban ayudándome en todo lo posible. También, me reconfortaba el hecho de tener la gran suerte de recibir mensajes provenientes del espíritu de mi bebé, a el cual, algunas veces veían espiritualmente, abrazándome y diciéndome lo mucho que me quería.
Cuantas gracias e de dar a ese pequeño ser de luz que me daba tanto cariño sin yo a veces ser consciente de ello.

CAPÍTULO 28. La habitación del bebé.


Aun faltaba algún tiempo para el nacimiento del bebé. Pero, pese a ello, los preparativos para su llegada iban realizándose.
Poco a poco, comenzaron a traer los muebles para montar su habitación.
Mi marido y yo estábamos muy ilusionados viendo todas sus cositas allí e imaginando que en poco tiempo nuestro bebé estaría allí utilizando todos aquellos utensilios.

Yo, por mi parte puse todo mi empeño y mi amor para que la habitación en la cual el estaría fuera lo más reconfortante posible. Le pinte las paredes de forma especial, dibujando pequeñas siluetas de estrellas en lo que sería el cabezal de su cama, hice cuadros para colgar alrededor de su cuarto. No falto ni un solo detalle que hiciera aquella estancia especial.

Aquella época también era en la cual había que comenzar a preparar el neceser y todo lo necesario para el momento del ingreso en el hospital para dar a luz.
Además, a nivel personal, era el instante de debate interno para decidir qué clase de lactancia daría.
Yo siempre había pensado en que una lactancia artificial seria lo más cómoda y la manera más fácil de saber cuánto come el bebé. Pero tras muchas conversaciones y mucho pensar había llegado a la conclusión de que dar lactancia natural sería lo mejor para el bebé.

Solía comentar a la gente que probaría a ver si podía dar el pecho a mi pequeño, pero en el fondo, esa especie de pregunta tan poco era muy real. La duda, no era una duda como tal, ya que yo estaba convencida que no tendría ningún problema para dar el pecho. Tendría suficiente leche y de buena calidad. El se cogería pronto a la teta. Y crecería muy sano.

Esta seguridad ante aquel tema era debida a la gran fe que tenía en los mensajes que el mundo espiritual nos iba mandando. En este caso por medio de un sueño, en el cual me veía  recibiendo a mi bebé. Estando en una especie de hospital en el cual había dado a luz. Veía a mi pequeño en mis brazos. Era un niño muy blanco y bello. Y en aquellos momentos me lo ponían al pecho a amamantar. Se veía como salía la leche y como el pequeño comía de una manera muy natural.

CAPÍTULO 29. Seguimiento médico de la gestación.


Algunas de las pruebas que llevaba hechas durante mi gestación no habían salido bien.
El bebé se encontraba estupendo pero mi cuerpo tenía algunas dificultades tales como anemia, infección de orina y algunas pruebas tales como el O´sullivan más altas de lo debido. Por ello, tuvieron que asegurarse y realizar más pruebas para poder descartar el posible hecho de hacerme diabética por culpar de la gestación.

Aun así, mi fe en Dios, en su bondad, su justicia divina y su sabiduría, me hacían permanecer tranquila. Sabía que nada sucedería sin su permiso.
Todo lo que debiera acontecer tendría una causa justa y justificada. Y en el fondo, yo sentía que a mi bebé nada malo le debía pasar (además mucha gente estaba pidiendo a Dios por él, para que estuviera sano y perfecto e incluso espiritualmente llevaban un seguimiento de su estado) y respecto a mí, todo lo que pudiera acontecer lo dejaba en manos de Dios.

Tenía claro que todos los acontecimientos, buenos o malos serían motivo de enseñanzas y progreso para mi espíritu.


Las pruebas salieron bien, y al final todo estaba correcto, tal vez un poco alta la azúcar pero sin correr ningún riesgo.

CAPÍTULO 30. Última ecografía.


El tiempo de una ecografía hasta la siguiente se hacía larguísimo. Los nervios, el ansia de ver a mi bebé, cada día se hacía mayor.
Al fin llego el momento de la ecografía de las treinta y cuatro semanas de gestación.
Estaba deseando ver a mi pequeño y al fin había llegado ese día.
Muy ilusionada me dirigí al hospital acompañada por mi prima.

Allí hicieron las últimas pruebas hasta el momento del parto. Todo fue muy rápido, más de lo que una hubiera deseado.
En verdad esperaba que me pudieran informar lo máximo posible del estado de mi bebé y que me dieran ánimos para el próximo paso hasta el parto. Que me dieran una atención más personalizada y cariñosa.

De todo lo que esperaba solo obtuve la simple pero necesaria información de que en la ecografía todo salía bien. Todos los órganos del bebé estaban perfectos e incluso conseguimos verle su pequeña carita. Algo que una madre siempre ve preciosa.

La estimación del peso con el cual nacería era muy esperanzadora, sería un bebé grande y sano. Ya, solo quedaba esperar a que el decidiera venir cuando creyera oportuno.

Las últimas indicaciones dadas por el médico fueron ofrecidas por medio de unos folletos donde se detallaban las diferentes formas en las que podían iniciarse el parto y los pasos que deberíamos seguir.
Se nos comento que leyéramos aquellas hojas y si tenía alguno de aquellos síntomas que en ellas se mencionaban, me dirigiera lo antes posible al hospital.
En caso de no tener ningún síntoma, esperaría a las cuarenta semanas de gestación, donde me harían un chequeo para verificar el estado del bebé. Aquella sería prácticamente la última cita que me darían antes de tenerlo.

CAPÍTULO 31. Últimos preparativos.


La fecha del parto ya estaba próxima.
Comencé a preparar la bolsa para el ingreso en el hospital, a lavar la ropita del bebé. Todo cada vez estaba más cercano y la familia también era consciente de ello.

Por suerte, tuvimos noticias del mundo espiritual. Nos llego un mensaje en el cual nos avisaban de que el espíritu que llegaba a nuestra familia, era un espíritu de luz, el cual, venía acompañado de cuatro protectores o guías.

Nos avisaban que la llegada de este ser a este mundo, seria antes de lo que los médicos preveían.

Nos daban el margen de unas fechas entre el nueve y el quince de septiembre.
Por mi parte, esta noticia me reconforta gratamente.

Me alegraba saber que la espera sería cada vez más corta y en breve, mi marido y yo estaríamos compartiendo nuestra  vida con ese pequeño ser de tanta luz.

Pero todo ello también dependería de mí. Debía estar tranquila y relajada y dejara que todo fluyera con naturalidad.

CAPÍTULO 32. La espera.


La cuenta  a tras ya había empezado y la espera se hacía larga por lo menos para mi marido y para mí. Aun así, éramos unos privilegiados. Desde el mundo espiritual nos mandaban mensajes y esto nos alentaba ya que el nacimiento del bebé estaba muy próximo.

Mi estado de gestación estaba bastante avanzado y tuve que plantearme dejar de asistir a las reuniones del grupo espirita al que pertenecía, ya que el desplazamiento de mi ciudad al grupo costaba una media de tres cuartos de hora en automóvil y ya no me podía permitir el realizar esa clase de trayectos largos. Aun así, en mi última estancia en el grupo, un buen espíritu, me aconsejo que debía andar para relajar los músculos.

En verdad, me decían aquello con mucha razón. Estaba muy hinchada y con mucha retención de líquidos. Había aumentado mucho de peso y no hacía apenas ejercicio para encontrarme más ágil, la mayoría de las veces estaba en casa tumbada en el sofá. Por lo que, aquella situación debía cambiar.

Los primeros días tras el mensaje, hice caso y pasee, pero luego la cosa se fue enfriando.
Mientras hacia las tareas de casa, quedaba muy agotada y esto hacia que no estuviera muy motivada para ir a pasear. Aun así lo seguí intentando.

Capítulo 33. Días cercanos al nacimiento.


El tiempo fue pasando y llegaron las fechas indicadas por los espíritus para el nacimiento de la criatura.
E incluso tuve el privilegio de recibir una última carta de un espíritu familiar confirmando que a partí de ese día el bebé era libre de nacer cuando él quisiera. La carta decía así:


“A partir de este momento puede cambiar tu vida, madurar más, nueva etapa y sobre todo un mundo nuevo por descubrir…
Os adentrareis en la aventura de ser papas, nuevas cosas saldrán en la vida y más por llegar.
Un niño no es un estorbo, sino, todo lo contrario, una bendición.
En la casa no faltara de nada, estará protegida y todos los componente.
Nueva familia y nuevo todo.
Adelante, a disfrutar… Viene alguien especial, disfrútalo y disfruta del parto. A partir de ahora es libre, que nazca cuando quiera y será pronto…”


En aquellos momentos me encontraba muy nerviosa y aquella carta aun me daba más esperanzas de que el parto se produjera antes de lo previsto. Todos los días pensaba si ese sería el indicado para el nacimiento.

El tiempo iba pasando y yo cada vez iba teniendo más ansiedad, la cual cada día aumentaba más y más. Este hecho dio lugar a que el espíritu de mi futuro hijo decidiera no venir en las fechas que habían anunciado. Mi nerviosismo era tan grande que me hubiera complicado el parto, de manera que este espíritu decidió esperar a que me calmara y estuviera más tranquila para poder nacer sin ninguna dificultad para ninguno de los dos.

Capítulo 34. Últimas pruebas antes del nacimiento.


Una semana antes del nacimiento del bebé, mi marido y yo tuvimos que ir al hospital debido a unas pequeñas manchas rosas que surgían después de ir al servicio. Ante la preocupación de poder estar perdiendo el tapón mucoso decidimos ir a que me hicieran una exploración y salir de dudas.

En el hospital, nos tranquilizaron comentándonos que no sucedía nada y que aquello solo era una pequeña infección de orina.
Me mandaron un tratamiento a seguir para que cesara aquella infección antes del día de parto y todo fuera bien para entonces.

Tras esto, aun paso una semana más hasta la llegada de las semana cuarenta de gestación en la cual realizaron la última revisión para ver como se encontraba el bebé. Me dirigí de nuevo al Hospital y el tocólogo realizó monitores para confirmar que la gestación seguía su curso normal.

En ella aquella prueba me pusieron unas especies de correas alrededor del abdomen y con ello registraron el ritmo cardiaco del bebé y las contracciones del útero materno.

Terminadas todas las pruebas, el médico, pasó a decirme que todo estaba correcto y que el parto aun se encontraba lejos. Estaba muy verde todavía, según él, para dar a luz. Por lo que me indicó una posible fecha de parto en el cual me lo deberían provocar si no daba a luz ante de la semana cuarenta y dos.

Pese a todo lo indicado por aquel médico, como muchas veces he comentado, el mundo material lleva su ritmo y el espiritual otro totalmente distinto. En este caso, el tocólogo se equivocaba en su diagnostico de estar verde para a luz, ya que el espíritu de mi bebé tenía ya planeada su llegada.

Capítulo 35. El gran momento.


La misma noche del día en el cual me realizaron monitores fue un poco complicada.
Durante toda la noche y madrugada, no pude dormir casi. No sabía muy bien que era lo que me sucedía.
A parte, me encontraba un poco preocupada ya que comencé a levantarme de la cama y cada vez que me dirigía al servicio, comprobaba que después de orinar sangraba.
No estaba muy segura de que hacer ante aquella situación. Pensaba que tal vez, aquello era síntoma de la pequeña infección de orina, que ya había tenido anteriormente.

Mi marido estaba dormido en aquellos momentos y no quería molestarle con algo que no tendría importancia.
Al llegar la mañana, le comente todo lo sucedido durante la noche. El decía que aquello no era normal y debíamos ir al Hospital. Pero yo no estaba muy conforme con aquella decisión. Llevaba en mi cabeza la idea de que aquello solo seria una infección de orina y que de nuevo nos mandarían a casa. Por lo tanto, ¿para qué ir al Hospital?..

Mi marido insistió en irnos, por lo que nos presentamos de nuevo en la sala de urgencias, pero estaba vez mis pensamientos estaban equivocados, y al contrario de lo que yo pensaba sí que me tuve que quedar ingresada.

Me atendieron enseguida. Me pasaron a monitores, donde no surgió ninguna contracción y más tarde pasaron a explorarme.
Tan poco vieron nada extraño, pero como ya había cumplido las cuarenta semanas de embarazo, decidieron ingresarme para estar en observación por si algo sucedía.
Ahí empezó todo.
Comencé a ponerme nerviosa.
Tal vez, aquel si era el día del nacimiento del bebé!
Mi marido intento calmarme. Y ya comenzamos a llamar a la familia para comentar que iban a ingresarme.

Realizamos algunos trámites para el ingreso en el Hospital y a continuación pasaron a indicarnos la habitación donde nos iban a ubicar. Dicha habitación constaba de cuatro camas para cuatro pacientes con sus respectivos familiares.
La gente que había en aquella habitación era muy agradable y la estancia allí en su compañía fue muy gratificante.

Capítulo 36. La llegada del bebé.


Pasé lo largo del día marcando algo de sangre por lo que mi familia estaba preocupada y al más mínimo síntoma de cualquier cosa lo comentábamos a las enfermeras y me subían a la zona de exploración y paritorios para verificar si me encontraba en proceso de parto.

Todas las veces que me subían a esa planta me comentaban lo mismo: todavía estaba muy verde para dar a luz.

Durante la tarde empecé a tener dolores leves en los ovarios y más tarde pasaron a los riñones, por lo que mi marido iba controlando cada cuanto tiempo tenía los dolores. De manera que cuando creímos conveniente avisamos de nuevo a las enfermeras y me subieron de nuevo a revisarme.
De nuevo  volvieron a comentarme tras la exploración que estaba verde y que según ellos esa noche no iba a nacer mi bebé.
Decían que estaba muy nerviosa y como había tenido problemas de ansiedad durante el embarazo, habían decidió inyectarme un relajante para que durmiera y al día siguiente estuviera mas descansada para el parto.

La decisión de los médicos no era la misma que la del plano espiritual, ya los espíritus si que sabían que aquella noche sí que nacería el bebé.

El relajante hizo que me durmiera, de tal manera que mi cuerpo se relajo tanto que ya comenzó el resto del proceso de parto.
Entré en el proceso de dilatación y entre contracción y contracción, el relajante inyectado hacía que me durmiera.
En poco tiempo ya hube dilatado los cuatro centímetros necesarios para que los médicos comenzarán a controlar al bebé y preparar todo para el nacimiento.
Fue a partir de aquel instante cuando el plano material y espiritual se unió para trabajar juntos.

La matrona me preparó poniéndome el gotero. Me inyectaron anestesia epidural. Me rompieron las aguas y me estuvieron guiando en todo momento indicando lo que debía realizar.
Cuando venía algún dolor debía empujar y cuando fue el momento indicado me llevaron al paritorio.

Allí todo fue un poco más complicado. Por mucho que empujaba, el bebé no salía. Tuvieron que llamar a dos médicos más los cuales por medio de una ventosa me ayudaron a  extraer al bebé.
La sensación de expulsión fue algo indescriptible y la ilusión de que mi bebé ya había  venido a este mundo también. Pero aun con esa gran ilusión de querer verle, el sufrimiento todavía no había finalizado.
La placenta no salía, estaba apegada al útero y tuvieron que dormirme para poder extraerla entera.

Pese a todas las complicaciones, la experiencia de dar a luz fue un gran evento en mi vida y he de dar gracias al mundo espiritual por haberme ayudado en aquellos momentos aunque yo no fuera consciente de ello.

Todo sucedió como debía suceder e incluso el fallo de los médicos al inyectarme un tranquilizante para dormir. Ya que el espíritu de mi bebé no decidió venir al mundo hasta que mi cuerpo estuviera preparado y yo tranquila.

He de dar gracias a Dios por esta gran experiencia de ser madre y por la fuerza que me dio para poder pasar todas las dificultades ya que no hay que olvidar que todas las pruebas por las que pasamos son la causa/efecto de actitudes, comportamientos, experiencias erróneas de vidas pasadas o presentes que repercuten en nosotros.

Tal vez en otra vida hice algo malo que ha repercutido en que mi embarazo y parto tuvieran que desenvolverse así.
Comprendiendo todo esto avanzamos en las pruebas del día a día y evolucionamos para estar lo antes posible más cerca de Dios.

Con respecto al bebé, finalizaré diciendo que él es una de las cosas más maravillosas de mi vida y recomendaría esta gran experiencia a todas las mujeres del mundo.



“El amor de una madre por su hijo  es el regalo más grande que ha dado Dios a las mujeres para que puedan experimentarlo...”