CAPÍTULO 24. Visita a la matrona.


Todos los meses, tenía consulta con la matrona. Esta llevaba un seguimiento del embarazo más exhaustivo. A los cinco meses de gestación, aparte de pesarme y tomarme la tensión, como hacían habitualmente, pasaron a comprobar las dimensiones de mi abdomen, el cual en aquella época ya comenzaba a ser algo eminente. Posteriormente, se dispusieron a oír por primera vez el latido del corazón del bebé. Lo cual me hacía muchísima ilusión, ya que era como un nuevo contacto con el y una forma de ser consciente del pequeño ser que me acompañaba allá donde me dirigiera.

Mediante una especie de aparato con altavoz, escucharon el bombeo constante que daba la confirmación de que el pequeño se encontraba en perfectas condiciones de salud.
Qué alegría el oír como su corazón latía a toda velocidad. Es algo maravilloso el sentir esa pequeña vida creciendo en tu interior.

Las visitas a la consulta de la matrona solían ser breves y la mayoría de veces me hacían sentir frustrada por poner demasiadas esperanzas en el día de la cita, para tener un mayor contacto con mi bebé y luego llegar el momento de la visita y esta pasar demasiado rápidamente.
Desgraciadamente en la seguridad social, que era la que estaba llevando mi caso, no dispone de tiempos prolongados para poder atender con mayor detalle. O por lo menos eso fue lo que yo experimenté. Añoraba el que me informaran un poco más y me explicaran todo lo que acontecía en mi cuerpo.

Afortunadamente, no en todos los lugares atienden de la misma manera y tuve la suerte de que por aquella época me comentaran que en poco tiempo podría comenzar a hacer la gimnasia y clases de preparación al parto.

Aquello, me motivo mucho. Llevaba tiempo esperando ansiosa que llegara la fecha de comienzo de estos cursillos de preparación al parto. Y por suerte, ese curso lo impartía una matrona muy involucrada en su tarea.
Tenía muchas ganas de asistir a aquellas clases. Conocer a otras futuras mamas como yo y aprender muchas cosas.