CAPÍTULO 16. La maternidad.


Qué etapa más bonita de la vida. La maternidad es algo grande. Pese a algunos momentos de malestar, siempre justificados porque la justicia divina siempre tiene sus motivos para ello, aunque nosotros no los comprendamos.

Nos encontramos todavía en un mundo muy material, y nos toca pasar por todas la dificultades que ello conlleva, de hecho, al plañera tierra lo nombran muchas veces como mundo de expiación y prueba. Todavía no nos ha tocado vivir en otros mundos (como por ejemplo el de regeneración). Otros mundos, donde prevalezca más el espíritu que la carne y donde el progreso es tan elevado que las formas de reencarnar son distintas a las de aquí.


Esta etapa de mi vida, debía de ser muy importante y así me lo quisieron hacer ver algunas personas, diciéndome que aprovechara el momento, que disfrutara del embarazo. Cosa que también recomendaba yo misma a otras futuras mamas.

Respecto a mi vida laboral, esta resulto un tanto difícil en algunos momentos, pero dejando esta faceta de mi vida a parte, tenía de reconocer que mi vida espiritual estaba cambiando. Estaba mejorando muy gratamente.
El mundo espiritual me estaba ayudando muchísimo. Y era muy consciente de ello.

Por otro lado, yo continuaba mis clases de espiritismo y desenvolvimiento mediúmnico.
Mis grandes deseos de aprender y progresar, me llevaron a dejar el centro espirita que frecuentaba para unirme a un grupo de estudio, el cual me permitió dar más pasos en mi búsqueda de la verdad y progreso.

Aquel grupo, era frecuentado por un médium que iba guiando los pasos de todas las personas que se reunían para dialogar y estudiar sobre espiritismo en una casa donde se realizaban las reuniones espiritas.
Este médium (junto otros más que iban a su vez desenvolviéndose) comunicaba a cada persona del grupo iba comentando la mediumnidad mas aflorada que tenía. Todas las personas tienen mediumnidad, solo que en algunas esta está más desenvuelta. Todos somos medios por los que los espíritus pueden interactuar con nosotros. No somos conscientes de ello, pero los espíritus forman más parte de nuestra vida de lo que pensamos. En todo momento estamos influenciados por pensamientos, sentimientos, actitudes de otros desencarnados que se ligan a nosotros por vibraciones similares.

Si tenemos sentimientos buenos, emitimos vibraciones buenas y estas atraen espíritus similares a esos pensamientos, sentimientos, a esa vibración de bien estar.
De igual manera, las vibraciones negativas, los momentos en los que nos sentimos mal, abatidos, enfadados o cualquier otro sentimiento  similar atraerán a espíritus de igual carácter. Por lo tanto siempre atraemos a las cosas según el estado en el cual nos encontremos.

Hay muchas clases de mediumnidades. Hay personas que tienen mucha intuición, otras que pueden sentir la energía, ser médiums sensitivos o impresionables.
Médiums auditivos, parlantes, videntes, sonámbulos, curanderos. El abanico de posibilidades es muy amplio.

Para conseguir poder desenvolver estas mediumnidades la persona tiene que trabajarse mucho, mejorar moralmente y hacerse digno de ser un buen trabajador de Dios. El progreso espiritual, moral y la pureza de corazón, harán que las entidades que se acerquen a nosotros sean de una jerarquía superior y no de un bajo astral. De manera que mejorándonos interiormente siempre estaremos a salvo ante cualquier manipulación de un espíritu inferior.

En aquellos momentos, parecía ser que la videncia por medio de imágenes simbólicas, empezaba a aparecer en mi vida.
No sabía muy bien cuál sería el motivo, ni la responsabilidad que ello acarrearía, pero allí, en el grupo de estudios en el que me encontraba, me pronosticaban que más adelante me daría cuenta de otras cosas que tenían que venir, al igual que el hecho de que el bebé que iba a traer al mundo era muy especial. Un espíritu con tareas definidas. Y ello traería muchas pruebas a mi vida.