CAPÍTULO 28. La habitación del bebé.


Aun faltaba algún tiempo para el nacimiento del bebé. Pero, pese a ello, los preparativos para su llegada iban realizándose.
Poco a poco, comenzaron a traer los muebles para montar su habitación.
Mi marido y yo estábamos muy ilusionados viendo todas sus cositas allí e imaginando que en poco tiempo nuestro bebé estaría allí utilizando todos aquellos utensilios.

Yo, por mi parte puse todo mi empeño y mi amor para que la habitación en la cual el estaría fuera lo más reconfortante posible. Le pinte las paredes de forma especial, dibujando pequeñas siluetas de estrellas en lo que sería el cabezal de su cama, hice cuadros para colgar alrededor de su cuarto. No falto ni un solo detalle que hiciera aquella estancia especial.

Aquella época también era en la cual había que comenzar a preparar el neceser y todo lo necesario para el momento del ingreso en el hospital para dar a luz.
Además, a nivel personal, era el instante de debate interno para decidir qué clase de lactancia daría.
Yo siempre había pensado en que una lactancia artificial seria lo más cómoda y la manera más fácil de saber cuánto come el bebé. Pero tras muchas conversaciones y mucho pensar había llegado a la conclusión de que dar lactancia natural sería lo mejor para el bebé.

Solía comentar a la gente que probaría a ver si podía dar el pecho a mi pequeño, pero en el fondo, esa especie de pregunta tan poco era muy real. La duda, no era una duda como tal, ya que yo estaba convencida que no tendría ningún problema para dar el pecho. Tendría suficiente leche y de buena calidad. El se cogería pronto a la teta. Y crecería muy sano.

Esta seguridad ante aquel tema era debida a la gran fe que tenía en los mensajes que el mundo espiritual nos iba mandando. En este caso por medio de un sueño, en el cual me veía  recibiendo a mi bebé. Estando en una especie de hospital en el cual había dado a luz. Veía a mi pequeño en mis brazos. Era un niño muy blanco y bello. Y en aquellos momentos me lo ponían al pecho a amamantar. Se veía como salía la leche y como el pequeño comía de una manera muy natural.