CAPÍTULO 3. Las actividades de la vida cotidiana.


En aquella época de mi vida, mis actividades diarias se debatían entre mi vida espiritual, en la que ubicaba el progreso de mi espíritu y mi reforma moral. Y la vida material, en la que las actividades laborales formaban parte de ella. A esta faceta de mi vida daba menos importancia, ya que había aprendido que la vida vista desde la mira espiritual es más bella y es en la que tenemos que progresar. Es, en la que iremos sumando experiencias para nuestro avance como espíritus imperfectos que somos, para lograr un mayor entendimiento de las cosas y una mejora interior. Esta es nuestra esperanza de futuro aunque no nos demos cuenta.

Me encontraba en un periodo de aprendizaje y desenvolvimiento con respecto a la espiritualidad.

Hacía ya tiempo que me preocupaba en la búsqueda de información sobre el espiritismo, y en encontrar lugares donde aprender sobre el tema. Mi espíritu quería progresar, sentirse útil y aprender lo máximo posible.

Uno de los lugares para aprender sobre espiritismo, era un centro espirita.

Por suerte, encontré uno cerca de mi ciudad, en el cual se daban clases sobre temas como “El libro de los espíritus”, “El libro de los médiums" y “El evangelio según el espiritismo”, todos ellos escritos por el autor Allan Kardec.

Estos libros eran explicados y debatidos, y en especial, un día a la semana, se realizaban actividades para la moralización y desenvolvimiento de la mediumnida, faceta que realmente poseemos todas las personas, pero, según la evolución que tengamos estará mas desenvuelta o menos.
Un ejemplo de mediumnida seria la intuición, la cual unas personas dan más importancia que otras y si realmente hiciéramos mas caso de lo que percibimos habitualmente, nos llevaría a realizar menos fallos en nuestra vida diaria.

Continuando con las actividades que realizaba en mi vida diaria, llego un lunes, cuatro días antes de la primera falta de mi periodo.
En este día, como normalmente sucedía, realice mi jornada laboral y mas tarde me dirigí al centro espirita que frecuentaba para participar en las actividades de la semana.
Como habitualmente se había estado realzando en el grupo, se procedió a dar la lección del día y después de esta, a la realización del desenvolvimiento mediúmnico, en el cual, mediante una relajación y concentración en tareas de lo alto, todos pasábamos a centrarnos en los mensajes espirituales que llegaban a nuestra mente.

En mi, no era muy habitual el hecho de ver imágenes durante aquellas sesiones, por lo tanto, aquellos hechos acontecidos durante la clase, eran una señal de lo alto para animarme en mi camino.