CAPITULO 18. Momentos delicados.


He de confesar que durante la gestación del futuro bebé hubo momentos de muchas clases. Momentos de euforia, amor, felicidad, momentos de inquietud, duda, decaimiento y tristeza. A decir verdad, yo no era, ni soy, un espíritu perfecto y por ello habían muchas imperfecciones y sigue habiendo, en mi ser. Estas a veces hacen que progresemos, como también que retrocedamos en nuestro camino evolutivo.

Durante el periodo de espera hasta la siguiente ecografía sucedió una anécdota que por unos días afecto  a mi relación con el bebé.
Esta anécdota fue una tontería, pero, ya se sabe que durante la gestación las mujeres están mucho más sensibles de lo normal y les afectan más las cosas.
Relatando el hecho, he de decir que, esto sucedió un día en el que me inspire a pintar un lienzo para la habitación del bebé. Me encantaba pintar y en algunos ratos dedicaba mi tiempo a ello.

Durante la tarde en que emplee un tiempo para la mezcla de diferentes colores, plasmándolos en aquella tela, todo fue perfecto. Hasta que llego en momento de finalizar. Al terminar el lienzo, sobro pintura y como yo era una persona a la cual le gustaba aprovechar todo y no tirar ningún resto de pintura, me dije a mi misma:

“Que pena de pintura, voy a tener que tirar la. Pues, estoy pensando que no. Voy a aprovecharla para pintar por encima y cambiar un lienzo que no me gusta demasiado.”

Aquel lienzo el cual iba a estropear era uno que había dibujado en el periodo en el cual tuve la amenaza de aborto, en el, aparecía un niño sentado mirando al suelo.
Como hacía tiempo que había decidido no colgar dicho cuadro, no retuve ningún impulso de cambiarlo y pinte sobre el pensando que aquello no tenía mucha importancia. Que podía hacer lo que quisiera con él.

Esto, quedo así, como anécdota, pero al día siguiente llego la sorpresa.
Al ir al comedor  de mi casa, me di cuenta, que en el sofá se había impreso una silueta de un rosto.
Decidí dibujarla en un papel para percibir mejor lo que allí se veía y al hacerlo, me di cuenta que aquella cara podía ser la de mi futuro hijo.

En el rosto, se marcaban de una manera exagerada sus ojos, su mirada y en ella se percibía que era una mirada de enfado.

Fui haciendo indagaciones sobre aquel hecho y al cabo del tiempo descubrí que aquel espíritu que se había plasmado de esa manera en el sofá para llamar mi atención, en realizad estaba muy enfadado. El motivo, era que él me había inspirado para realizar el cuadro del niño sentado y tras yo haber destrozado el lienzo posteriormente, el se había disgustado.

Este simple hecho me llevo a decepcionarme y a quedar un poco decaída.
¡El espíritu de mi bebé enfadado!
¿Qué podía hacer yo?
Decidí rehacer el lienzo con su antiguo dibujo, pero aun así, me sentía decepcionada con aquella situación. A mi mente venían muchas cosas.
¿Cómo un espíritu elevado como él podía enfadarse por aquel simple hecho?

Como ya he dicho, las gestantes nos encontramos muy sensibles ante cualquier situación y a mí, aquella, me desanimó y desilusionó.

Decidí pedir ayuda a Dios para que este estado psíquico en el que me encontraba cambiara. Como dice el “Evangelio: Pedid y se os dará” si pedimos ayuda al padre con mucha fe, este, nos concede lo necesario para poder pasar cualquier situación. Así que, pedí, pedí a Dios que me ayudara ante aquella situación absurda e inusual.
Pedía que aquello no afectara a mi relación con el bebé. Que siguieran forjándose lazos de cariño entre nosotros.

Poco a poco, este relato se fue solucionando y quedando como una anécdota. Siguieron los preparativos para la llegada de este pequeño ser al cual había que colmar de cariño y bien estar.