CAPÍTULO 30. Última ecografía.


El tiempo de una ecografía hasta la siguiente se hacía larguísimo. Los nervios, el ansia de ver a mi bebé, cada día se hacía mayor.
Al fin llego el momento de la ecografía de las treinta y cuatro semanas de gestación.
Estaba deseando ver a mi pequeño y al fin había llegado ese día.
Muy ilusionada me dirigí al hospital acompañada por mi prima.

Allí hicieron las últimas pruebas hasta el momento del parto. Todo fue muy rápido, más de lo que una hubiera deseado.
En verdad esperaba que me pudieran informar lo máximo posible del estado de mi bebé y que me dieran ánimos para el próximo paso hasta el parto. Que me dieran una atención más personalizada y cariñosa.

De todo lo que esperaba solo obtuve la simple pero necesaria información de que en la ecografía todo salía bien. Todos los órganos del bebé estaban perfectos e incluso conseguimos verle su pequeña carita. Algo que una madre siempre ve preciosa.

La estimación del peso con el cual nacería era muy esperanzadora, sería un bebé grande y sano. Ya, solo quedaba esperar a que el decidiera venir cuando creyera oportuno.

Las últimas indicaciones dadas por el médico fueron ofrecidas por medio de unos folletos donde se detallaban las diferentes formas en las que podían iniciarse el parto y los pasos que deberíamos seguir.
Se nos comento que leyéramos aquellas hojas y si tenía alguno de aquellos síntomas que en ellas se mencionaban, me dirigiera lo antes posible al hospital.
En caso de no tener ningún síntoma, esperaría a las cuarenta semanas de gestación, donde me harían un chequeo para verificar el estado del bebé. Aquella sería prácticamente la última cita que me darían antes de tenerlo.