CAPÍTULO 32. La espera.


La cuenta  a tras ya había empezado y la espera se hacía larga por lo menos para mi marido y para mí. Aun así, éramos unos privilegiados. Desde el mundo espiritual nos mandaban mensajes y esto nos alentaba ya que el nacimiento del bebé estaba muy próximo.

Mi estado de gestación estaba bastante avanzado y tuve que plantearme dejar de asistir a las reuniones del grupo espirita al que pertenecía, ya que el desplazamiento de mi ciudad al grupo costaba una media de tres cuartos de hora en automóvil y ya no me podía permitir el realizar esa clase de trayectos largos. Aun así, en mi última estancia en el grupo, un buen espíritu, me aconsejo que debía andar para relajar los músculos.

En verdad, me decían aquello con mucha razón. Estaba muy hinchada y con mucha retención de líquidos. Había aumentado mucho de peso y no hacía apenas ejercicio para encontrarme más ágil, la mayoría de las veces estaba en casa tumbada en el sofá. Por lo que, aquella situación debía cambiar.

Los primeros días tras el mensaje, hice caso y pasee, pero luego la cosa se fue enfriando.
Mientras hacia las tareas de casa, quedaba muy agotada y esto hacia que no estuviera muy motivada para ir a pasear. Aun así lo seguí intentando.