CAPÍTULO 6. La gran noticia.


Cuanta alegría nos albergaba en el corazón. Nuestra felicidad era tan grande que lo que más deseábamos era hacer participes a nuestra familia con la feliz noticia.

No tardamos mucho en comunicar a mis padres y tíos que pronto íbamos a ser uno más en el núcleo familiar.
Unos días después, también hicimos participes del gran evento a los padres y hermanos de mi marido.

La noticia ya era oficial a nivel familiar, pero no a nivel de amistades. Nuestra decisión de retrasar la noticia a algunos allegados fue a causa de un suceso ocurrido hacia menos de un mes.
Unos amigos, habían concebido un bebé, y estaban muy ilusionados por ello. A las pocas semanas de gestación tuvieron un aborto espontáneo. Perdiendo su pequeño bebé y yéndose todas las ilusiones que habían puesto en el. Fueron unos momentos duros para aquella pareja. Tanta ilusión y ese hecho tan desafortunado... ¿a saber porque razón ese niño no pudo nacer?

Yo, que confió plenamente en el mundo espiritual y en la justicia divina de Dios, se que todo tiene una causa muy justificada y si ellos no debían tener a su bebé en aquellos momentos seria por algún motivo.

El mundo espiritual nos enseña que los motivos pueden ser muy variados.
Tal vez alguna Causa / efecto de existencias pasadas, por lo cual tuvieran que pagar alguna deuda pendiente mediante esta experiencia.
El espiritismo nos enseña que hemos tenido diferentes vidas antes de la actual, en las que habremos cometido aciertos y fallos. Nosotros vamos evolucionando mediante las experiencias de diferentes encarnaciones y cuando en alguna de ella hemos realizado actos no convenientes, dichos actos los pagamos en otras reencarnaciones de distintas maneras, ya sea mediante enfermedades (que nos harían sufrir el mal que hicimos a otros), mediante diferentes pruebas o complicaciones de la viada, etc.

El motivo por el cual esta pareja había sufrido este karma era desconocido para mí.
Tal vez, tan poco fuera un karma del pasado, tal vez, ese espíritu que iba a reencarnar, en el último momento, hecho hacia tras su decisión de venir a este mundo y volvió de nuevo al mundo espiritual. O tal vez ese espíritu solo necesitaba la corta experiencia de la gestación para superar el periodo de vida pendiente que le quedaba hasta su nuevo avance hacia mundos mejores que este.

Respecto a nuestra feliz noticia, mi marido y yo tomamos la decisión de retrasarla lo máximo posible a estas personas. Nos parecía muy pronto hacer participes a esos amigos que acababan de pasar por una situación tan delicada.
Sentíamos en nuestro corazón que tal vez, nuestra alegría fuera causa de tristeza para ellos. Por lo tanto, ¿qué más daba retrasar el hecho un tiempo?
Tal vez, para cuando decidiéramos decirle la noticia, ellos ya habrían superado su situación y vuelto a concebir otro bebé.