CAPÍTULO 1. Una nueva decisión.


Desde que mi vida cambio, sentía que debía hacer muchas cosas importantes en esta existencia.
El espiritismo me había enseñado, que analizándonos interiormente podemos descubrir muchas cosas sobre nuestro espíritu. Nuestro espíritu posee muchas virtudes pero también muchos defectos. Estos vienen enganchados a nosotros desde muchas vidas a tras e incluso hay veces que los creamos hasta en nuestras propia vidas presentes. Meditando podemos llegar a percibir porque nos suceden muchas de las cosas del día a día e incluso podemos vislumbrar  las tareas que nos hayan sido asignadas para realizar en esta encarnación.
Yo, tras mucho analizarme, poco a poco, fui descubriendo que una de las tareas que llevaba asignadas era la maternidad.

En aquella época de mi vida ya tenía veintiocho años, me consideraba a un joven para tener familia, aunque sentía, que en algún momento debía llegar el deseo de ser madre.
Mi marido era partidario de tener descendencia, pero el momento exacto todavía no estaba claro.
Por otra parte, yo, que soy una persona de muchos debates internos, llevaba tiempo pensando en el hecho de que, si una de mis tareas era la maternidad, ¿por que debía retrasarlo más? tarde o temprano, llegaría el momento indicado y tal vez, este ya estaba cercano.

De manera, que fue tras un sueño extraño, el momento en el que me fue impulsada la gran decisión.
Ya no había que esperar mas, era aquel sueño la señal de que la tarea no se debía retrasar.
A mi parecer, el mundo espiritual me dio un pequeño empujón para tomar la decisión.
Tras una noche de sueños los cuales no puedo recordar, mi última intuición sobre ellos al despertar en aquella mañana, era el deseo de amar a mi marido. Me sentía más ilusionada, más enamorada.

Desde aquel momento, todo me daba la prueba de que se envolvía en mi alma muchos deseos, de amor, pasión y sentimientos sublimes. Había algo que me envolvía y me hacia sentir mas sensible, mas enamorada del que elegí para pasar juntos esta existencia.
Envuelta en vibraciones de amor, a mi cabeza solo venia la idea de la maternidad.
En todo momento, pensaba, imaginaba, proyectaba todo lo que quería dar a ese nuevo ser espiritual.
Mi deseo cada vez era mas grande, llegando hasta ha calcular los días mas fértiles para poder ser concebida.
Pese a todo aquello, el mundo espiritual lleva sus propios cálculos.

Después de un periodo de tiempo en el cual pensaba que podía suceder cualquier cosa, espere a que sucediera algo especial, tal y como cuentan los libros espiritas.
Esperaba alguna clase de señal o indicio de que el mundo espiritual estaba realizando algo. No sabía bien que es lo que debía pasar, pero debía ser algo perceptible. Tal vez alguna clase de vibración en mi interior o un sueño premonitorio. Algún espíritu preparando el acontecimiento, ya que nada se realiza al azar en este mundo.

Normalmente, todos los proyectos de reencarnación (mediante la concepción de un bebé) son supervisados por asistentes de la espiritualidad que ayudan al espíritu a ligarse al ovulo en el momento la concepción. Nos ayudan a crear el ambiente oportuno para que las vibraciones de energía sean las apropiadas, todo está meticulosamente programado para que ese espíritu pueda ser acogido en el seno materno.
De tal manera, espere que el mundo espiritual hiciera su tarea. Que por las noches trabajara con migo para dar las cualidades oportunas a la reencarnación de mi futuro bebé.

Hasta aquel momento no era muy consciente de si por las noches sucedían cosas especiales, pero, pasado un tiempo, ya creyendo que el trabajo estaba realizado y podía estar embarazada, una noche, empecé a sentirme extraña.
Yo, en mi cama, aturdida. Medio dormida, medio despierta, lo que se diría en duerme vela. Sentí que algo sucedía. Había una especie de energía a mí alrededor.
Pero. ¡No podía ser!... ¡No podía ser! Yo ya hacia tiempo que creía que los espíritus debían haber trabajado con migo, y por lo visto no había sido así y aquel si que era el momento en que ellos estaban haciendo su labor.