CAPÍTULO 13. De vuelta al trabajo.


Debido a la amenaza de aborto tuve que dejar de trabajar, pero conforme iba pasando el tiempo la situación iba mejorado y comencé a encontrarme más fuerte y saludable. Llevaba ya algunas semanas en reposo absoluto, cuidándome todo lo posible y siendo asistida y vigilada incondicionalmente por mis familiares.
El riesgo ya había pasado y mi salud ya estaba restablecida, por lo que vino a mi mente la  posibilidad de incorporarme de nuevo al trabajo.

Podía haber continuado sin trabajar y haber estado relajada durante el resto de tiempo de gestación, pero en mi interior sentía una gran responsabilidad ante la tarea que realizaba laboralmente, (o tal vez una gran carga de conciencia que me hacía ser demasiado responsable) Percibía que no debía aprovecharme de la situación.

Sentía en mi interior que mi conciencia me hacía pensar una y otra vez, en el hecho de volver al trabajo, recurrentemente, pensaba que en todo en lo que actuase de manera inadecuada, luego repercutirá en cosas futuras de mi vida.

Vivimos en un mundo en el que el efecto bumerán esta a la ley del día y todo lo que hacemos, bueno o malo regresa a nosotros de la misma manera. Por lo cual, tenía muy claro que haciendo las cosas bien nada malo debía ocurrirme.
Intentaba actuar de la manera más correcta posible, sin intentar aprovecharme de la situación por la que estaba pasando, ni de robar a la vida nada de lo que no me correspondiera.

Decidí que ya era el momento de volver a trabajar mientras me fuera posible y en poco tiempo comencé de nuevo mi rutina laboral.

El  primer día fue un poco duro. Hubo cansancio, malestar, agonía. Pero por el resto de cosas todo fue bien.
Mis compañeros se alegraron al verme de nuevo allí y todos los temas cotidianos de la empresa volvieron a estar al día.

En dos meses de baja laboral las cosas cambian mucho y más en mi empresa, así que a mi llegada, me encontré muchas caras nuevas y muchas anécdotas sucedidas.