Capítulo 35. El gran momento.


La misma noche del día en el cual me realizaron monitores fue un poco complicada.
Durante toda la noche y madrugada, no pude dormir casi. No sabía muy bien que era lo que me sucedía.
A parte, me encontraba un poco preocupada ya que comencé a levantarme de la cama y cada vez que me dirigía al servicio, comprobaba que después de orinar sangraba.
No estaba muy segura de que hacer ante aquella situación. Pensaba que tal vez, aquello era síntoma de la pequeña infección de orina, que ya había tenido anteriormente.

Mi marido estaba dormido en aquellos momentos y no quería molestarle con algo que no tendría importancia.
Al llegar la mañana, le comente todo lo sucedido durante la noche. El decía que aquello no era normal y debíamos ir al Hospital. Pero yo no estaba muy conforme con aquella decisión. Llevaba en mi cabeza la idea de que aquello solo seria una infección de orina y que de nuevo nos mandarían a casa. Por lo tanto, ¿para qué ir al Hospital?..

Mi marido insistió en irnos, por lo que nos presentamos de nuevo en la sala de urgencias, pero estaba vez mis pensamientos estaban equivocados, y al contrario de lo que yo pensaba sí que me tuve que quedar ingresada.

Me atendieron enseguida. Me pasaron a monitores, donde no surgió ninguna contracción y más tarde pasaron a explorarme.
Tan poco vieron nada extraño, pero como ya había cumplido las cuarenta semanas de embarazo, decidieron ingresarme para estar en observación por si algo sucedía.
Ahí empezó todo.
Comencé a ponerme nerviosa.
Tal vez, aquel si era el día del nacimiento del bebé!
Mi marido intento calmarme. Y ya comenzamos a llamar a la familia para comentar que iban a ingresarme.

Realizamos algunos trámites para el ingreso en el Hospital y a continuación pasaron a indicarnos la habitación donde nos iban a ubicar. Dicha habitación constaba de cuatro camas para cuatro pacientes con sus respectivos familiares.
La gente que había en aquella habitación era muy agradable y la estancia allí en su compañía fue muy gratificante.